y se compara la Rociada de estos últimos años, al Nuevo Parque Central, con la primera edición, en la plaza del Ayuntamiento, parece que estemos hablando de un acto diferente. Empezó, en 1989, como una forma de refrescar los participantes a la Escapada a Negra Noche, dando continuidad formal al lanzamiento de cubells de agua desde los balcons por parte de los vecinos a petición de la gente –algo tan divertido y efectivo contra el calor como peligroso, que se tuvo que prohibir. Hoy aquel acto de pequeño formato ha acontecido algo masivo, que atrae gente de todas partes, especialmente jóvenes, dejando una estampa más propia de festival o macrodiscoteca. Pero quien lo haya vivido desde sus inicios hasta la actualidad habrá seguido encontrando todo tipo de elementos que marcan una continuidad, un ritual, un relato, elementos muy importantes en toda cita de Fiesta Mayor que se presente como parte integral de la misma.
"Yo, la verdad, habría preferido no marchar nunca de la plaza del Ayuntamiento, aquello era mágico", explica Jordi Gurri, miembro de la Comisión de la Rociada, formado por una veintena de personas y que también promueve la Ruixadeta y la Esquitxadeta de Colores. Gurri hay estado desde sus inicios, y recuerda perfectamente como era la Rociada en pleno corazón de la ciudad. "Fueron los mejores años, la voluntad e ilusión para compensar los pocos medios que teníamos lo hacían muy especial", rememora. El primer año montaron una estructura "muy precaria", en palabras del miembro de la comisión, formada por puntals con aspersors al extremo, todo ello conectado a una boca de agua de la plaza para los bomberos. "Y un equipo de música, y venga!", río Gurri, que reconoce que en aquella época "se toleraban cosas que hoy serían del todo impensables". La necesidad de garantizar la seguridad de los asistentes, la popularización del acto (que nadie se quería perder) y el endurecimiento de las normativas de todo tipos hicieron evidente que había que desplazarlo a un nuevo recinto.
"La verdad, habría preferido no marchar nunca de la plaza del Ayuntamiento, aquello era mágico"
"El que más nos ha preocupado siempre es que la Rociada se entendiera, por parte de todo el mundo, como la conclusión de la Noche Loca", apunta Gurri. Un hecho que ya los preocupa desde mediados de años 90, cuando tuvieron que moverse al Parque Central. "Este desplazamiento nos dejaba bastante lejos del final de la Escapada a Negra Noche", rememora, algo que podía romper el relato, a pesar de actas como la Subida Tabalada para unir el Ayuntamiento con el Parque conduciendo todo el mundo hacia la Rociada. Esta rotura se ha podido ver acentuado en los últimos años con un nuevo cambio de escenario, el traslado al Nuevo Parque Central. Del mismo modo que la plaza del Ayuntamiento quedó demasiado pequeña en su momento, la pista central del Parque Central Viejo también corría peligro de reventar costuras, y el endurecimiento de la normativa en materia de actas de pública concurrencia al aire libre –que obliga, entre otros, a un control de accesos- hizo que se cambiara por segunda vez de espacio. Desde entonces, el acto no ha parado de crecer, y las cifras que se logran en el Nuevo Parque Central son de vértigo, superando en algunos casos los 15.000 asistentes.
"Ha habido momentos en que la Rociada parecía ir suela, además de todo el resto de la fiesta, aislada como un acto aparte. Hay bastante gente, hoy, que va directamente a la Rociada sin participar al resto de la Noche Loca. Cada cual es libre de hacer el que crea conveniente, pero es un tema que nos preocupa", dice Gurri. Especialmente los más jóvenes de fuera de Mataró, que venden la noche del 25 a la contraprogramación de la Noche Loca (a cargo de alguna emisora de radio al paseo del Callao) y desde allá enganchan directamente a la Rociada. El acto es hoy absolutamente masivo, pero también es cierto que hay quién, debido a las dimensiones que ha tomado, ha dejado de participar.
En cualquier caso, mantiene muchos de sus elementos característicos que lo convierten en imprescindible. El grito de "Buenas noches, Mataró!" a cargo del speaker, y los decibelios, luz y agua a chorros, con éxitos musicales de hoy y de siempre: hay temas que nunca fallan y que, en el contexto de la Rociada, nunca pasan de moda.
Los recursos hidráulicos
En un país tan propenso a las sequías como Cataluña, especialmente en los últimos años como consecuencia del cambio climático, un acontecimiento como la Rociada se puede ver con suspicacias. La cantidad de litros de agua que se utilizan con la única finalidad de remojar el personal pueden resultar chocantes, sobre todo en años de restricciones por carencia de lluvia. Algo que ha hecho ir de corcoll en muchas ediciones a los organizadores. "Siempre nos las hemos tenido que ingeniar para poder montar toda la estructura hidráulica", apunta Gurri. Por ejemplo, se idearon soluciones como por ejemplo el uso del agua de la piscina municipal, a tocar del Parque Central, que tarde o temprano se tenía que reciclar por motivos higiénicos. Una idea que siempre se ha mantenido: utilizar agua que de una manera u otra se acabaría perdiendo.
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