Hace 50 años que el popular tranvía, que unía Mataró y Argentona, tenía los días contados. Por el otoño del año 1965 sufriría la embestida mortal de una tromba de agua que convirtió un torrente seco en río desbordado que destrozaría Las Cocheras –estación central de la Compañía– y el puente de la riera de Argentona. Esto pasaba ahora hace medio siglo.
Pocos meses antes, por el mes de junio del mismo año, con la inauguración de las líneas de autobús de circunvalación y a Cerdanyola, a favor de la "Compañía de Tranvías Mataró-Argentona S.A.", el tranvía ya no bajaría nunca más Riera abajo, en dirección contraria. El final de trayecto sería a primeros de la calle de Argentona (que se decía de Calvo Sotelo), al lado mismo de la tienda del Xurrero. La batalla legal que mantuvo el Ayuntamiento de Mataró, presidido por Pedro Crespo, y la mencionada compañía, comandada por el cacique argentoní Eduard Fortín "El Amarillo", había llegado a su fin. Se habían acabado, por siempre jamás más, los fenomenales embussos de coches que se producían cada vez que el tranvía bajaba riera abajo –en dirección contraria– hasta la plaza de Santa Anna.
Pero el golpe mortal, definitivo, sería en octubre de 1965 cuando una fuerte tromba de agua causó daños importantísimos a Las Cocheras –la estación central– situada entre la calle de Tetuán y Ronda Delgado haciendo inviable su continuidad. Durante 37 años las dos poblaciones habían sido unidas gracias al popular tranvía. A partir de ahora sería sólo un recuerdo nostálgico, entrañable.
Fue la noche del viernes al sábado del 9 y 10 de octubre de 1965 –ahora hará 50 años– cuando cayó sobre la ciudad y cercanías una fuerte tromba de agua (117 litros por metro cuadrado en media hora en Mataró) que provocó que el reseco Torrente de en Boada se fuera hinchando de agua para convertirse en un río urbano desbocat de agua, barro y piedras, que causó destrozos por donde pasaba. Las Cocheras se inundó destrozando los aparatos eléctricos convirtiéndolos en chatarra inútil. Por más inri el puente de la Riera de Argentona –debido a la avaricia de sacar arena sin medida ni control– descalzó los fundamentos del puente de la vía. El coste se hacéis inasumible por la Compañía. Era el fin del popular tranvía.
A los mataronins nos queda contemplar el número 3 ("La Treseta") en medio de la plaza Granollers y a los argentonins el "2" que tienen en la Plaza Nueva.
Ahora que hace 50 años que no hay tranvía es una buena excusa para recordar, aunque sea brevemente, su historia. Empezamos por el comienzo.
Mataró en 1927 urbanizó la Rambla José Castelar y la plaza de Santa Anna. El Ayuntamiento afín a la dictadura de Primo de Rivera seabanicó aprobando un proyecto de manera poco ortodoxa. El 'Diario de Mataró'dijo pestes. Pero "quien manda manda" y el proyecto de Manuel Mújica salió adelante. La expectación fue enorme cuando se instalaron las vías y el cable eléctrico, desde la estación del tren pasando por las calles Lepanto, Rambla, plaza de Santa Anna, Riera, calle Argentona hasta el Hotel Solé de la vecina población de Argentona.
El domingo día 27 de mayo de 1928 "soleado y primaveral" miles de mataronins se dirigieron a la plazoleta de los "burots" (actual plaza Granollers) para asistir al acontecimiento de ver bendecir e inaugurar la nueva línea de tranvías de Mataró en Argentona. Las autoridades políticas y militares, fieles a la dictadura de Primo de Rivera, darían un relevo extraordinario al acontecimiento. El periódico 'La Unión', portavoz del partido oficialista Unión Patriótica,hablaría con grandes elogios. En cambio el 'Diario de Mataró', demócrata, le haría el vacío. A penashablaba y, a menudo, para criticarlo.
El precio del trayecto desde la estación del ferrocarril hasta el Hotel Solé era de 60 céntimos de peseta. El trayecto más corto era de la estación a la calle Barcelona que costaba 10 céntimos. Por los argentonins, el nuevo servicio del tranvía significaba un abaratamiento del coste de desplazamiento puesto que hasta entonces bajar a Mataró con los coches de en Casabella costaba 75 céntimos. Ahora ir de Argentona al Ateneo sólo costaba 40 céntimos.
La pugna entre Pedro Crespo y Eduard Fortín, "El Amarillo"
El tranvía llegaba hasta la puerta de la estación del tren cuando la Nacional II pasaba por el Camino real. El año 1957 se desvió por la costa y el alcalde franquista Pedro Crespo quiso obligar al tranvía a acabar el recurrido al final de la calle Churruca. Tira y afloja que acabaría a los tribunales con la victoria de Eduard Fortín "El Amarillo". Un año después nuevo enfrentamiento Encrespo-Fortín cuando el primero quiso prohibir que el tranvía bajara Riera abajo en dirección contraria. Y nueva victoria de "El Amarillo". Por febrero de 1959 el tranvía deja de bajar Riera abajo, de las nueve de la mañana a las nueve del anochecer. Crespo gana el asalto por puntos, pero el combate continúa. "El Amarillo" lo trae a los Tribunales los cuales le dan la razón. El Ministerio de Obras Públicas comunica en el Ayuntamiento por septiembre de 1959 que deje bajar el tranvía Riera abajo. Y que si noestá de acuerdo que pague los gastos que pueda costar. Finalmente por noviembre de 1960 el tribunal Provincial del Contencioso-Administrativo da la razón al Ayuntamiento de Pedro Crespo. Y es entonces que sale la alternativa de hacerlo bajar por la calle Fray Luís de León, cosa que no acabaría nunca de hacerse.
Por junio de 1965 se llega a fumar la "pipa de la paz" entre en Crespo y "El Amarillo" cuando el primero adjudica la línea de autobuses hasta Argentona a la Compañía de Tranvías. A cambio, como ya hemos avanzado, el tranvía acabaría el trayecto al inicio de la calle de Argentona, junto a la popular tienda de "El Xurrero". Osrecordáis? Ya no bajaría nunca más riera abajo, en dirección contraria, provocando unos embussos fenomenales dignos de una película neorealista italiana.
Pero el fin del tranvía era cerca. Fue la noche del 9 al 10 de octubre cuando caería una fuerte tromba de agua de otoño sobre Mataró y cercanías (117 litros por metro cuadrado en Mataró), que –cómo ya hemos avanzado– convirtió el reseco Torrente de Can Boada en un río caudaloso desbordado y rabiós que inundó calles, casas y locales, entre ellos, como ya hemos dicho, Las Cocheras y el puente de la Riera de Argentona. Todo ello significó unas pérdidas de 15 millones de pesetas por una empresa que ya estaba con el agua al cuello. Era el golpe definitivo por el popular tranvía.
Su historia a lo largo de 37 años (1928-1965) da para hacer un libro. Por los carrozas y nostálgicos la podéis recuperar leyendo el número 34 del 'Mataró Escrito' (enero de 1989) donde hay un amplio reportaje de más de 70 páginas con la historia, anécdotas y las personas. O la revista 'Hojas', del Museo Archivo de Santa María, núm. 77 (octubre 2003).
En medio siglo de su fin los que todavía recordamos el tranvía se nos presenta hoy como un recuerdo entrañable, que forma parte de nuestro paisaje sentimental. Y, para acabar, el mejor homenaje que le podemos hacer es ponernos a cantar todos aquello de:
"Allá Mataróhabía un tranvía
quees de cartón y va por la vía,
Tra-la-ra-la-la-là, carall qué tranvía,
Tra-la-ra-la-la-là, que bien que seva."
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