79 años del asesinato de Lluís Companys, hombre de izquierdas, republicano y federalista

El cercano 15 de octubre se cumplirán 79 años del fusilamiento de Lluís Companys al castillo de Montjuic de Barcelona, después de haber sido capturado en Francia por la Gestapo y torturado y sometido a un consejo de guerra por las autoridades franquistas. Abogado de sindicalistas, periodista y político destacado, Companys fue diputado a las Cortes Generales, presidente del Parlamento de Cataluña, presidente de la Generalitat, gobernador civil de Barcelona (ambicionaba ser alcalde de la capital catalana, pero tan sólo ocupó el cargo provisionalmente durante unas horas, puesto que Macià noestaba de acuerdo) y ministro de la Marina del gobierno Azaña, entre otros cargos. Participó en la fundación de la Unión de Rabassaires el 1922 y de Esquerra Republicana de Cataluña el 1931. Antes, había formado parte de partidos como Unión Republicana, Unión Federal Nacionalista Republicana, Partido Reformista, Bloque Republicano Autonomista y Partido Republicano Catalán.

Lluís Companys era un hombre de ideales profundamente de izquierdas, republicanos y federalistas, que además estaba muy relacionado con el anarcosindicalismo. Era íntimo amigo desde la infancia de Salvador Seguí, "el Chico del Azúcar", destacado sindicalista y dirigente de la CNT. Era, como se suele decir, una persona que podía actuar como puente entre diferentes sensibilidades políticas de izquierdas, cosa que hoy en día escasea y que es más necesario que nunca. En un interesante reportaje sobre la figura de Companys publicado por el diario Ahora el 11 de octubre de 2015, se recogen declaraciones de diferentes historiadores que creo que conviene recuperar. Me ha parecido especialmente interesando este comentario de Joaquim Aloy: "Macià y Companys venían de unas tradiciones muy diferentes. Hay un factor muy importante pero que no se tiene que menystenir. Companys es el hombre puente entre republicanismo, anarcosindicalismo, federalismo y catalanismo. Quizás ahora haría falta una figura así (…). Cuando se proclamó la República, Macià era independentista pero Companys todavía no". Algunos correligionaris suyos acusaban Companys de ser poco nacionalista. El historiador Arnau González explica que "a diferencia de hoy, a lo largo de la trayectoria de Companys el término catalanista tenía una interpretación bastante ambigua. Companys vendía de una tradición catalanista clara, de las izquierdas catalanas, pero esta cuestión no estaba en el centro de su discurso (...). El 1934 le piden que demuestre que es un verdadero nacionalista y casi un independentista. Cuando proclama el Estado Catalán dentro de la República Federal Española parece contentar aquellos que le criticaban el poco compromiso nacional". Según González, "la formación del gobierno Josep Tarradellas el 29 de septiembre del 1936 con la CNT escandalizó mucha gente, que lamentaba la estrategia dilatòria de Companys ante la violencia desatada a las calles. Un sector minoritario del catalanismo, del independentismo radical y una serie de elementos de ERC consideran que Companys era un obstáculo para traer Cataluña a la independencia. Se planteó asesinar o secuestrar Companys".

En otro interesante reportaje de Xavi Tedo al diario Ahora (6-10-2017) se recogen varias declaraciones de ilustres historiadores como Borja de Riquer, Enric Ucelay o el recientemente desaparecido Josep Fontana. Para Fontana, "Companys no hizo de ninguna forma un planteamiento de separación, reivindicaba un estado federal". De Riquer enmarca aquella proclamación de Companys en clave española: "la Generalitat asumió, en nombre de las izquierdas españolas, que no tenía poder en España, el no reconocimiento del gobierno de España por la entrada en el ejecutivo de la CEDA, de tendencias autoritarias". De Riquer reitera que nohubo ninguna declaración de independencia: "el Gobierno apela al espíritu fundacional de la República del 1931 para reivindicar que fuera federal y no centralista y lo impone de facto con una soberanía compartida que demuestra su insatisfacción". Enric Ucelay remarca el componente social de los hechos del 6 de octubre: "era un conflicto entre izquierdas y derechas, no una confrontación entre Cataluña y España. En Europa avanzaba el fascismo y el conflicto tenía resonancia internacional".

Durante muchos años, la figura de Companys fue ignorada, particularmente por sectores pujolistas que nunca lo consideraron un de los suyos. Hoy, es frecuente ver líderes neoconvergentes participando con entusiasmo en homenajes a Companys, quizás por la manipulación que se ha hecho en los últimos tiempos de sus ideales, obviando interesadamente su activismo en defensa de los sindicalistas y sus convicciones radicalmente de izquierdas e incorporando un independentismo que no existió en Companys. Se llama que hoy sería o diría tal o cual cosa. Bien es verdad que desgraciadamente fue vilmente asesinado hace 78 años y nunca lo podremos saber, por muchas conjeturas que nos vengan a la cabeza. Creo que conviene recordar que el Estadio Olímpico de Montjuic trae el nombre de Lluís Companys desde el 2001 gracias a una campaña impulsada y muy trabajada por militantes del sindicato de clase Comisiones Obreras (CCOO). Una campaña que contó con importantes reticencias procedentes de las derechas catalanas cuando se inició allá por el año 1988.

Ahora, 79 años después de su asesinato, tenemos que recordar Lluís Companys como el que fue: un hombre de izquierdas, republicano y comprometido con la defensa de los intereses de la clase obrera y la fraternidad entre los pueblos. "Madrileños, Cataluña os estima", exclamó el 14 de marzo de 1937 en un mitin a la plaza de toros Monumental de Madrid. Companys fue un hombre que, en vida, fue admirado y estimado en Cataluña, obviamente, pero también al resto de las Espanyes. El febrero de 1936, después de ser liberado de la prisión junto a otros consejeros del gobierno catalán, Companys tenía que viajar del Puerto de Santa María en Madrid. Primero fue trasladado a Córdoba, donde pernoctó. Allá ofreció un mitin en qué fue aclamado por muchos cordobeses, del mismo modo que fue victorejat en las diferentes paradas que el tren fue efectuando en su viaje. Hoy, Companys tendría que tener muchos más calles y plazas con su nombre, en Cataluña y fuera de ella. Porque es patrimonio de las clases populares, por el que fue, por el que hizo y por el que defendió hasta su asesinato. Hoy, tenemos que reivindicar su figura más que nunca, porque "volveremos a sufrir, volveremos a luchar y volveremos a vencer".

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