El barrio de Rocafonda de Mataró es uno de los más densamente poblados, con menos espacio público disponible, altos niveles de paro y con una alta diversidad de población, unos ingredientes que a menudo dificultan la buena convivencia. El 'cóctel' se ha hecho evidente con la llegada del buen tiempo y el siempre complicado ensambladura entre el derecho al ocio y el derecho al descanso. Vecinos y Ayuntamiento coinciden al asegurar que la convivencia se estaba deteriorando por instantes, con mucho ruido en las plazas hasta altas horas de la noche y una preocupante presencia de menores sólo con conductas incíviques. Es por eso que se ha puesto uno marcha una prueba piloto con mediadores que velan para garantizar derechos y deberes en el espacio público hasta la medianoche. En una segunda fase se quiere hacer un trabajo directo con las familias donde se detecte que las actitudes impropias no reviertan.
El centro neurálgico del barrio es desde este verano la plaza Joan XXIII, un espacio que ha sido totalmente remodelado este 2018 y que ofrece actualmente un espacio agradable porque los niños lo haya convertido ya en su principal lugar de recreo, desde que cae el solo y hasta altas horas de la madrugada.
Esta situación provoca un problema para el descanso de los vecinos, especialmente para las cerca de 150 familias que viven sobre la plaza. En la mayoría de los casos son pisos humildes de clase obrera y sin aire acondicionado. Los vecinos duermen con las ventanas abiertas y el ruido que sube de la plaza los hace imposible el descanso.
La presidenta de la asociación de vecinos de Rocafonda, Maria Majó, se muestra contundente y pide acciones "coercitivas" con las familias de los niños que juegan sólo a la calle hasta la medianoche porque "vuelva" la convivencia al barrio. Además, se queja que a menudo cuando los menores sueño reprobados por algún vecino estos responden mal : "Hay mucha mala educación".
Majó asegura que no se respeta cabeza de las "pequeñas normas" que hay en la plaza, como la prohibición de jugar a pelota y pide también que desde la administración se pueda educar en el ocio unos jóvenes que por una cuestión de desigualdad social "no tienen acceso a casales de verano" ni la tradición de hacer actividades en familia.
Mediadores con un vecino. Foto: Jordi Pujolar, ACN
La queja lo avalan los responsables municipales que hay sobre el terreno y que ya trabajan para buscar soluciones. Este verano, por primero cómo, el equipo de mediadores existente al barrio amplía su horario y se cubre un turno nocturno entre las ocho del anochecer y la medianoche. En paralelo se mantienen las actividades para la dinamización del ocio a las plazas.
La técnica municipal de Igualdad y Ciudadanía, Laia de Balanzó, recuerda que ya se había hecho alguna intervención de este tipo cuando el Ramadán coincidía con los meses de verano y espera que el nuevo proyecto permita garantizar derechos y deberes al espacio público del barrio. "Hay ruidos y una ocupación masiva de la vía pública a altas horas de la noche", destaca.
Una de las principales preocupaciones es también la presencia de menores sólo a la calle, sin el acompañamiento de ningún familiar mayor de edad. En este sentido, el Ayuntamiento trabaja porque, en una segunda fase, y un golpe pasado el verano, se puedan detectar las familias donde esta situación se repita y no reviertan las actitudes incíviques para hacer un trabajo más directo.
Uno de los encargados de hacer esta tarea de mediación y detección de problemas más estructurales es Quim Medina, mediador cívico de los barrios de Rocafonda y el Palacio. Asegura que hay falta de una comunicación fluida entre los usuarios de la plaza y los vecinos y lamenta que la situación de los menores sólo pueda afectar negativamente a su desarrollo educativo.
Aún así, los técnicos no consideran que la situación sea especialmente "alarmante" porque todo y las dificultades hay "voluntad" de poner remedio. Además, recuerdan que el conflicto más grande parte de un problema de conciliación de horarios y de determinadas actitudes groseras, pero en ningún caso de violencia: "No es una situación para la que no se pueda encontrar solución".
La acción se podría aplicar en otros barrios como Cerdanyola
Si la experiencia acaba de manera exitosa, el Ayuntamiento podría replicarla a otros barrios demográficamente y urbanísticamente similares, como Cerdanyola, según ha detallado la regidora de Ciudadanía y Convivencia, Marisa Merchán. "El espacio público tiene que ser un lugar de convivencia con las diferentes idiosincrasias de cada cual", asegura.
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