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Albert Calls

Acordarse de morir

De tanto de hablar de la crisis y de ver que esta sociedad de mierda que nos transmite la tele cada día siempre repite los mismos errores, no somos conscientes de que nos morimos.

De hecho, sólo nos acordamos de la muerte cuando la tenemos anotada a la agenda del día a día porque nos ha encalçat, cuando afecta a alguien que estimamos o en aquel rato de reflexión a la iglesia o al tanatorio, cuando despedimos una persona que apreciamos.

La muerte, ciertamente, todo lo allana y convierte los grandes triunfos y los grandes fracasos en el mismo polvo y sombras, recordando a los clásicos.

La televisión e Internet nos han fret creer que el mundo es un espejismo y el día a día se encarga de engañarnos a menudo y hacernos pensar que somos eternamente jóvenes, como dice la canción. Nada de nada, pero, se impone la fugacidad de vivir, el milagro de ser un mismo, sol primero, después encontrándose con los otros en el bono y en el malo y acabando, finalmente, al regreso con la soledad inicial y la desaparición de este escenario que nos pasamos la vida maldiciendo y al que cuando llega el The End, normalmente, nos aferramos con desesperación.