El puente de Inmaculada tradicionalmente solo ser el punto de partida de los preparativos para las fiestas navideñas. Aunque los centros comerciales se obstinen a avanzar cada vez más la fiebre consumista. Los tradicionales lugares de los pesebres ya están en la Plaza Santa Anna, las luces navideñas iluminan las calles, la gente luce bufandas y sombreros cuando el tiempo es tan cambiante como las ideas políticas de un partido.
desde hace unos años, la crisis ha hecho cambiar las costumbres de gran parte de la población. Mirándolo por el lado positivo, esta situación nos obliga a desarrollar nuestro ingenio, como lo traen haciendo hace más de 50 años en Cuba, donde la necesidad estimula y motiva a la gente a buscar soluciones hasta que vengan tiempos mejores. Estamos acostumbrándonos a vivir en perpetua crisis, como Argentina. Un día estás aquí, otro día estás allá... convirtiéndonos en funambulistas de circo, haciendo el triple salto mortal sin red.
Todo esto no saca que podamos dar una vuelta por el centro, ver los lugares de los pesebres, las atracciones para los niños, los paseos pre-navideños y la sensación de que para celebrar estas fiestas no hace falta tantas gastos para ser felices y pasarlo bien con los amigos y la familia. Cómo decían unos señores norteños que bastonean sus guitarras, más sentir y menos consumir.
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