El inusual desfile de sacerdotes y autoridades arriba y abajo de la calle Nueva es una imagen que habla por sí suela de la importancia de la jornada que se vivió el pasado sábado en Mataró. La basílica de Santa Maria se quedó pequeña durante la celebración de la beatificación del sacerdote Josep Samsó, la primera que se hace en Cataluña desde el siglo XII. La ceremonia, oficiada por el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, contó con la presencia de una veintena de obispos de todas partes de Cataluña y el Estado y de más de 400 sacerdotes, así como varias autoridades entre las cuales el presidente de la Generalitat, José Montilla, el expresidente Jordi Pujol, la presidenta del PPC, Alícia Sánchez-Camacho, el vicepresidente del Congreso de los Diputados, Jorge Fernández Díaz, la diputada socialista Manuela de Madre, o el teniente general del ejercido Fernando Torres, así como los alcaldes de Mataró, Argentona y Mediona, municipios donde Samsó hizo de rector. El público general llenó parte de la nave central y las capillas laterales de la basílica, donde se instalaron pantallas gigantes para seguir la ceremonia. Al exterior también se instaló una pantalla gigante y se habilitaron unas 500 sillas, si bien fueron pocos los ciudadanos que siguieron el acto desde aquí, puesto que la mayoría prefirieron entrar y seguir la misa de pie al fondo de la basílica.
En representación del Vaticano asistió el prefecte de la Congregación para las Causas de los Sants el arzobispo Angelo Amato, que fue el encargado de leer, en latín, la carta apostólica de inscripción de Samsó en el libro de los beatos. Posteriormente intervino Sistach, que en su homilía destacó "la vida sacerdotal ejemplar" y el "testimonio de perdón y reconciliación" que supuso la muerte de Samsó, quién fue fusilado al cementerio de Mataró a principios de la Guerra Civil. Martínez Sistach relató su asesinato, que comparó con el episodio de la muerte de Jesucristo. Según el relato de Sistach, Samsó, antes de ser muerto, dijo a sus verdugos: "Abrazadme que yo os perdono a todos". El sacerdote no quiso que le taparan los ojos y, poniendo los brazos en cruz, dijo "yo no soy un criminal, quiero morir de cara en Mataró y a las Santas que tanto he estimado". Por el cardenal, la figura del beato supone una "aportación muy positiva y muy necesaria" a la sociedad actual puesto que su ejemplo ayuda a avanzar "por los caminos del perdón y de reconciliación". Al final de la ceremonia, Sistach expresó su deseo que en el futuro "estemos todos a Roma por la canonización de Samsó".
Emoción y lágrimas
Antes de la homilía, se descubrió la imagen del beato que presidía el altar. Este fue uno de los momentos culminantes que se vivió con emoción y algunas lágrimas por parte de los asistentes a la ceremonia, que empezó a las once y media del mediodía y duró cerca de dos horas. Al final se cantaron los gozos en alabanza del beato Samsó. Una repicada de campanas sirvió para poner punto y final.
Con motivo de la beatificación, las reliquias de Samsó –que estaban guardadas dentro del museo diocesano de la basílica- se han cambiado de lugar para ser expuestas a un reliquiari nuevo ubicado en uno de los altares laterales de la basílica porque los devotos las puedan ver. El reliquiari lo ha hecho el forjador mataroní Rafael Codina.
A la salida de la iglesia, un pequeño grupo de miembros de la Falange Española de las JONS se concentraron mostrando pancartas con las cuales se preguntaban "porque el asesinato de Samsó no sale a la memoria histórica?"
Por otro lado, y al acabar la ceremonia, el presidente del Gobierno, José Montilla, se reunió a puerta cerrada con el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, el prefecte de la Congregación para las Causas de los Sants, Angelo Amato y con el nuevo nunci apostólico de la Santa Suyo al Estado, Renzo Fratini.

-
El Papa recuerda Samsó en catalán
El papa Benet XVI celebró domingo, 24, la beatificación de Josep Samsó en el tradicional discurso dominical posterior al nada del Àngelus en la plaza de Sant Pere del Vaticano, a Roma. El papa instó los curas a seguir el ejemplo del doctor, sacerdote y mártir mataroní, fusilado por los republicanos el 1 de septiembre de 1936, porque constituye un modelo de dedicación a la catequesi y de la caridad a los pobres. En su martirio, entregó generosamente su vida al Señor entre palabras y gestos de perdón y misericordia. Murió perdonando a sus perseguidores, recordó Benet XVI, que finalizó en catalán proclamando: Que el nuevo beato Josep Samsó y Elias os bendiga y os proteja. Feliz domingo!.
-
Comentarios