Judith Vives

Bullying y vampiros

La coincidencia en cartelera de la adaptación del éxito editorial Crepúsculo ha propiciado el estreno de un film que, aparentemente por la temática, es similar. Pero la producción sueca Déjame entrar -que se proyectó a la Muestra de Cine de Nuevos Realizadores el pasado mes de noviembre- es mucho más que una historia de amor de vampiros adolescentes, y trasciende su género para ofrecer también un retrato de cariz realista sobre la parte más oscuridad y la dureza de ciertas condiciones de vida en la Suecia de los años 80.

Es en este contexto donde vive el joven protagonista, un niño que se siendo "diferente" y que establecerá una tierno historia de amistad y amor con una niña solitaria y nocturna que resultará ser una vampira. De trasfondo, un caso de acoso escolar que encuentra en la rareza de la vampira una original forma de relatar el malestar de los joven adolescente que es víctima de bullying.

El cineasta Tomas Alfredson adapta una novela de John Ajvide Lindqvust en una película que oscila cómodamente entre un crudo realismo y una sugerente atmósfera fantástica, y que da como resultado una de las propuestas más originales del género siempre prometedor del cine de vampiros. Pero además, Déjame entrar se reserva un feroz estallido final, con una secuencia espectacular que ha entrado de forma inmediata y por méritos propios en los annals del cine gore.

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