Mataró es como una serie con poco presupuesto y por eso siempre salen los mismos personajes. Desde que hace muchos años un amigo me hizo esta analogía la aplico y verifico para todo y no es infalible pero se le acerca. Los esperables de todos estos personajes de la serie comparecieron este jueves 27, por ejemplo, en el TecnoCampus donde se había convocado un acto para que el alcalde Bote nos explicara el rumbo de futuro de la ciudad el día antes del Black Friday y el deslumbramiento colectivo de Navidad. Como con los descuentos del primero y el efecto de la segunda, todo en esta vida depende del grado de fe que le quieras depositar. Y
El acto venía precedido por su propia concepció i comunicació. Un acto institucional, con recursos, imagen y personal municipal —del comú— con motivo e imagen forzados expresamente para que quien quisiera refunfuñar pudiera hacerlo. Cuando los personajes de la serie pueden interpretarse a sí mismos, los actores lo agradecen. Es evidente que la utilización del rojo y las gafas rojas era una artimaña para ir a los confines de la comunicación corporativa. Y que, además, no bastante contenta con la burbuja que hacía el chup chup, la maquinaria quiso meterle más llama inventándose el ‘post-it’ de la campaña promocional y su ‘cari’ que queda ya para la historia.
‘Cari, llegaré tarde que he quedado con en Bote’, decía el post-it promovido. Y mientras no empieza el acto, a la espera de llenar más de media platea —que al menos haga gozo— me viene a la cabeza aquella canción de una Julieta espasmódica —música de ahora, si es que es música— que bien podría haber amenizado este rato. ¿Os la imagináis como Marilyn pero cantándole al alcalde “cari, cari, acaríciame”? Yo tampoco.
En la sala hay fuerzas vivas —que les debe de gustar que se les llame así— de la ciudad y claque y feligresía de partido. Hay muchos compromisos y todo el equipo directivo municipal. También trabajadores que, dicen, han recibido dos veces el correo electrónico invitándoles. Para que se dieran por aludidos, se entiende. A todo el que entra se le regala un pin con la bandera de Mataró. El acto se dispara con diez minutos de decalaje y el alcalde y Joan Salicrú se sientan mirándose —los vemos de soslayo— compenetrados y complementarios incluso a nivel cromático. El escogido para conversar con el alcalde intentará esmerarse para no dar el nefasto efecto de ser periodista afecto.
Citas que quieren decir cosas
Con la platea acercándose hasta las tres cuartas partes de entrada —y aquí no vendrá la Policia Local a rebajar la apreciación de quien organiza— el acto avanza sin demasiadas novedades. El alcalde Bote está cómodo y de vez en cuando mira hacia arriba —como los niños cuando dicen el verso— para acertar del todo la respuesta deseada a preguntas que —dice— no sabe cuáles serán. Hay vídeos ciudadanos —única aparición del castellano— y uno corporativo y poco género que pueda parecer del todo noticiable. Por tanto uno se fija en las referencias y menciones personales. Bote cita a los alcaldes Mas y Mora, a la presidenta del NEM —que esté contenta—, a los concejales Jerez y Herrero y al concejal Font, de Junts per Mataró. A Junts les agradece —les lanza la caña, vaya— hasta en cinco ocasiones, con nombre de partido, su tarea y pactos. Son el único grupo municipal más allá del socialista presente en la sala y se debe tratar de engallarlos. A la sociovergencia mataronina hay que cuidarla. De quien no dirá nada es de la coalición vigente. Se refiere a su líder cuando habla de licencias, como ámbito ejemplo de ‘progresa adecuadament’ y ‘necessita millorar’ a la vez.
Más menciones con nombre y apellidos: Miquel Biada y Antoni Gaudí, estos dos ya desde el atril y leyendo, al final del acto. Como cuando en los postres sale el buen coñac. El final es una especie de performance de este mataronismo con pin de la bandera, una apelación a la ciudad y al sentimiento de pertenencia. Queda bien y a la vez se le ve que no acaba de cuadrar del todo con la realidad convenida, exactamente como los dibujitos —renders— de los proyectos futuros que parecen sacados de un videojuego.
Termina el acto y empieza el piscolabis. El tentempié es generoso pero la feligresía va frenada. En un acto que ha cuidado los detalles y que va de quedar bien, también en el pica-pica se tiene que notar. Lo sirve el Cafè Nou —la Fundació Maresme, vaya— o sea que bien. Y no hay ni una gota de alcohol en la oferta de bebidas. La modernidad…
El acto ‘Construïm Mataró’ no se quedará aquí. En el próximo Pleno la oposición querrá fiscalizarlo a conciencia —y sabremos cuánto ha costado—, en el año y medio hasta las elecciones quizás será un parangón o referencia y además habrá marcado un punto de inflexión sobre todo a nivel de comunicación e imagen política. No habrá servido para convencer a ninguno de los convencidos ni para que la serie tenga nuevos personajes pero hemos entrado definitivamente en la etapa del “cari”. Lo entiende perfectamente el propio Ayuntamiento, que se autorreferencia en las proyecciones del Foyer donde un supuesto mensaje de Whatsapp vuelve a dirigirse al o la ‘Cari’ del post-it y le advierte que “en tinc per estona”.
El alcalde Bote pasea y conversa entre croquetas, quiches y cervezas sin alcohol y los diferentes ‘caris’ se van para casa. El Día de Acción de Gracias de Mataró se ha alargado. Sí, cari.
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