El escritor mataroní Jordi Carrión no quiere que ningún libro suyo se asemeje demasiado al anterior, y por eso se ha adentrado en todo tipo de géneros. La ciencia ficción con su última trilogía 'Las huellas'. El ensayo, dedicado en el mundo de las librerías o al auge de las telesèries ('Teleshakespeare'), el libro de viajes ('Australia, un viaje') o las reflexiones sobre la memoria histórica (en "libros-objeto" como GR-83, a pesar de que es un tema que atraviesa gran parte de su obra literaria). Todo ello, sin olvidar sus reportajes y artículos como crítico literario y cultural. La lista de caminos literarios que le quedan para transitar cada vez es más corta, especialmente desde la publicación de 'Los vagabundos de la chatarra' (Norma Editorial), una incursión en el mundo del cómico, hecho con el dibujante Sagar Forniés.
"Tengo un problema con el realismo, como escritor no me considero como tal, pero encuentro que el cómico es un género que permite adentrarme con un margen de experimentación", explica Carrión. Gran forofo al cómico periodístico patentado por autores como Joe Sacco, ha encontrado en este ámbito la mejor manera de intentar hablar de la crisis económica al Estado español, un aspecto sobre el cual "pensaba que era uno deber de moral dar mi testigo".
Para hacerlo, se ha centrado en estos "vagabundos de la chatarra", los recolectores de chatarra y desechos que campen por ciudades como Barcelona y viven en naves y fábricas abandonadas y okupades en barrios como el Poblenou. Carrión y Forniés se pasaron meses recorriendo la capital catalana, con el mataroní haciendo entrevistas a pie de calle y el ilustrador tomando apuntes para las ilustraciones in situ. "El guion de la obra fue avanzando según el que íbamos viendo", apunta. Los dos autores eran "viajeros", en palabras de Carrión, puesto que "explorábamos una parte de la ciudad que no conocíamos". El Poblenou como barrio interrumpido, pleno de agujeros y baches, de pàrkings, de edificios abandonados y okupats, que está "en un tipo de tránsito", como dice el mataroní, fruto de la crisis queha interrumpido su desarrollo y gentrificació.
Cada fábrica es un microcosmo
En sus fábricas en desuso, Carriónencontró todo tipo de personajes y de colectivos. Subsaharianos y rumanos sobretodo, pero también magribins, chinos, así como muchos españoles sin trabajo que habían encontrado en la recolecta de chatarra una salida económica, además de antisistemes que sededicaban simplemente como forma de vida alternativa. "Cada fábrica okupada es como un microcosmo", relata el escritor. El resultado final es 'Los vagabundos de la chatarra', un cómico que quiere cumplir la función del periodismo: señalar y analizar algo que está pasando al nuestro cercando. La obra ayuda a dar relevancia un colectivo a quién todo el mundo ve -cada día encontramos en las calles personas removiendo los contenedores en busca de material que pueda tener un poco de valor- pero que, a la vez, convertimos en invisible, como si noestuviera. "No es sólo un retrato de estas personas, sino del sistema que fomenta y explica este fenómeno", concluye Carrión.

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Completado por la il·lustracio
Este año ha coincidido la publicación de dos obras de Carrión donde la ilustración tiene una gran importancia. Además de 'Los vagabundos de la chatarra', este otoño se ha editado 'Los difuntos', una novela corta que sirve de epílogo a la trilogía 'Las huellas'. En este caso las il•lustraciones van a cargo de Celsius Pictor, con forma de elaboradas estampas "steampunk" (estética retrofuturista donde la fantasía y la ciencia ficción se ambientan en móns donde las máquinas de vapor siguen siendo predominantes).
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