Pere Pascual

Pere Pascual

Crítico de arte

Colección Bassat. Años 80 (II)

La nave Gaudí acoge en este meses el séptimo capítulo de la Colección Bassat, con el que cumplida la década de los ochenta y lo hace de manera brillante, como siempre, con una exposición más que interesando que profundiza en al realidad creativa de aquellos tiempos, haciendo hincapié en nombres no tan conocidos pero de indudable valía.

A ojos del profano, y según el listado de participantes, es podría considerar una exposición menos atractiva. No hay nombres como Tàpies, Miró, Henry Moore, Uclés, Zush o VIllèlia, pero en cambio descubre nombres como Subarroca, Iniesta o Budz.

Para mí el atractivo de la Colección Bassat no ha sido nunca en los grandes nombres y creo que es un error centrarse en ellos. Excepto en los casos de Râfols Casamada y Guinovart de los que dispone de obras remarcables, del resto siempre podremos encontrar obras mejores en otras colecciones. Para mí el gran mérito de la Colección Bassat está en el constante descubrimiento de nombres inexistentes en los espacios oficiales. Unos nombres con fuerza y calidad que merecerían espacios preminents y ahora permanecen en el caixó del olvido.

Esta capacidad de misterio y de sorpresa es el que hay que valorar más en este nuevo capítulo, soportado esencialmente en los tradicionales nombres de Ràfols Casamada y Guinovart, ambos con obras de impacto y calidad y con la coletilla de pequeñas sorpresas como el Ford Fiesta tunejat por Guinovart o el magnífico homenaje en Alberta Hunter , obra sonora puesto que trae un casette incorporado con la voz de la importante cantante americana.

A su lado hay que remarcar ele pequeña nota de Keith Haring , especial para mitòmans, la gran sorpresa de Jean Budz, moviéndose entre la infromalisme y el arte sucio. Y como no en los pequeños detallas de Hernández Pijuan, y Gordillo que hacen frente a un potente Viladecans.

Pero el importante para mí está en el resto , en los descubrimientos de Bird o Bilbao, En Tom Carr, en Iniesta o Mora, en Bennassar, Cardells o Gerard Sala. En los pequeños detalles de altísima calidad de todos los participantes que demuestran con creces que merecen una mayor y mejor atención en al pequeña historia del arte de casa nuestra.

Punto especial merecen el mataroní Ricard Jordà en su línea de todos conocida y la recuperación de Pau Mañé, artista uruguayo que deja petja en Mataró en el hacer de sus discípulos , "los mañetis" (Duran, Alís, Suari y tantos otros). Y también en los nombres de Mario Pasqualotto y de Pladevall, dos artistas que casi iniciaron su camino expositivo en Mataró, justamente al alcance, una sala que se encontraba en la calle Santo Bru de la nuestro ciudad. Un hecho que ahora nos hace reflexionar puesto que visto el que tenemos por la ciudad será difícil para no decir imposible ver de aquí veinte años artistas que encontraron en Mataró su trampolín profesional.

En resumen, una magnifica exposición, yvan siete, que nos muestra una vez más el gran tesoro cultural que es para la ciudad el poder disfrutar de esta gran colección de arte contemporáneo como lo es la de Lluís Bassat.

Una exposición de obligada y detenida visita.

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