columna
A en Julià le gusta mucho el cartel de este año. La mano de en Robafaves le hace recordar cuando él era UN niño y con sus DOS hermanos iban a las dormidas. Ante la valla con otros niños, los TRES llamaban no hay bastante para evitar que ninguno de los CUATRO gigantes (la Toneta, en Maneló, la Giganta y en Robafaves) entrara ninguno dentro del Ayuntamiento. De hecho, aquellos CINCO dedos que ha dibujado en Marc Prat son su primer recuerdo de la fiesta mayor, cuando sus padres lo traían a todas horas detrás los gigantes con sólo SEIS años. Su día preferido era el 27, que es cuando los gigantes salen mañana, mediodía, tarde y anochecer. Las madrugadas lo despertaban a las siete de la mañana y se vestía rápido para poder ver en Robafaves yendo hacia el Oficio. Aunque no había dormido las OCHO horas que recomiendan los pediatras, aguantaba todo el día sin cansarse. Los gigantes no acababan hasta las nueve tocadas y toda la familia tenía que cenar deprisa e ir de casa a la playa en DIEZ minutos para estar muy sentados a la arena cuando los fuegos empezaran a las once. Recordando aquellos tiempos en que veían como bailaban los gigantes bajo los DOCE números del reloj del ayuntamiento, en Julià fue martes a la tienda de Las Santas. A pesar de que fue con tiempo de sobra (cuando faltaban TRECE minutos porque abrieran ya era allá), tuvo que hacer una cola de CATORCE personas antes no pudo comprar la camiseta. Evidentemente,compró QUINCE. Quizás hizo un gra demasiado...
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