Hicham Bouricha

Constitución otorgada o pactada?

Con la presentación de la nueva Constitución marroquí por el rey Mohamed VI, se han despertado muchas reacciones. El espaldarazo a la misma está representado por los movimientos políticos y el rechazo de los opositores que se agrupan en turno al Movimiento 20 de Febrero. El discurso fue recibido con gran alegría y satisfacción en varias ciudades marroquíes y extranjeras. Incluso por los opositores, Marruecos está en el camino de la monarquía parlamentaria como Gran Bretaña y España y todo el que requiere es paciencia, no rechazo.

Observadores y políticos, ya esté en Marruecos o en el extranjero, han reconocido la importancia historia de la reforma constitucional. El presidente del gobierno tendrá amplios poderes para disolver la Cámara de Representantes. La nueva Constitución también garantiza la independencia del poder judicial lejos de la legislatura.

El reto de "Tamazight", la lengua bereber, será ganado con el reconocimiento como lengua oficial junto con el árabe. En este aspecto la visión arabitzant de la sociedad no se ha podido imponer.
A pesar de la importancia de estas reformas, no obstante, algunos estiman que el rey conserva todo el poder, porque sigue siendo el comandante de las Fuerzas Armadas y también retendrá el título de Emir de los Creyentes y Ninguno de estado y protector de la libertad de practicar ritos religiosos.

El movimiento 20 de febrero se ha negado a participar por lo tanto ha decidido boicotear el referéndum. Este movimiento se radicalizó con el creciente número de islamistas y leninistas. Según ellos, "están en contra la constitución otorgada" y reivindican una carta magna democrática, que establezca una monarquía parlamentaria clara. La organización prohibida en Marruecos "Justicia y Caridad", opositora a la monarquía, hace poco se ha integrado en el Movimiento 20 de Febrero y considera que la nueva Constitución "consagra el poder absoluto del rey" y demuestra que el país "todavía no ha salido de la época de las Constituciones concedidas".

El que se observa es que este movimiento aumentó poco a poco el techo de las demandas de los manifestantes hasta el punto de exigir la caída del régimen y la salida del rey, que es una línea roja por la mayoría de los marroquíes. En Marruecos el rey es símbolo y guardián de la unidad nacional. Es el que explica la insistencia de la pluralidad étnica y religiosa del pueblo marroquí. Una de las grandes novedades de esta constitución es que el rey "ejerce sus misiones de guardián y árbitro" y que la "legislación es competencia exclusiva del Parlamento".

Siguiendo con la línea de separación de poderes, el proyecto de Constitución convierte el primer ministro en presidente del Gobierno, que especifica que siempre saldrá el partido más votado en unas elecciones. Por primera vez en Marruecos se ha dado la oportunidad a los opositores de expresarse en los medios públicos, hecho que ha acabado con sus expectativas de hacerse protagonistas y vender en el mundo el papel de víctimas como en el pasado.

Más allá de esta nueva constitución según la cual el rey da más poder en el Parlamento, el hecho es que es una Constitución con perspectiva integrada, coherente y armoniosa en el contenido. Los opositores quieren subir a la oleada de las revoluciones al mundo árabe pero no tienen que olvidar que en Marruecos no se pretende una ruptura con el viejo sistema, como pasó a Tunisia y Egipto. Y por eso la Constitución todo el que tiene que hacer ahora es reparar e intentar crear mecanismos para combatir puntos flojos del sistema. Tarea que parece muy difícil. Pero el sistema marroquí, día a día, muestra su madurez política y cede espacios para conquistar otros.

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