Suena una campanada y algo lo levanta, un resorte trasero, un ave venga, un hostia, uno puedes ganar, uno ya es tuyo. Todo es amarillo para el boxeador, desde el techo altísimo hasta la más menuda gota que se le encharca a los párpados. Gira el cuello un instante y ve una demasiada de rostros separada de él por cuatro cuerdas y se da cuenta que el combate se ha retomado, que el respetable pide que vuelva a vomitar por los puños su alma, su alma rabiosa, condenada a vagar por los lados del cuadrilátero si su carne no vence en esta batalla. Entonces levanta los puños, que pesan como una montaña. Una mola marronosa se abalanza sobre él y reconoce el contrincante, que con gran agilidad se mueve y de vez en cuando le tira el brazo. Unos golpes para los golpes y otros siendo al rostro el impacto violento de una piedra maciza que le golpea su propia piedra y la esberla, la hace grumos, hasta que la convierte en sorreta. Livenen a la cabeza un centenar de músicas mezcladas y muchos recuerdos empañados por una sangre que le niega los párpados. Recuerda un río y un almendro, un lugar lejano, una madre y padre pobres, una pelea en la calle, los días tristísimos de ir por la calle, vagarejant, lews prometidas de los hombres aquellos encorbatats, el primer combate, las victorias. Recuerda un espejo y garabatos a las paredes de un barrio extraño, poco natural donde todos los ángulos, como por ejemplo, eran cuadrados.
El preparador llama desde un rincón. Entonces suenan cuatro campanas más y esto lo espolea. Tira el brazo con fuerza . No sabe si ha dado un buen golpe pero si tiene la certeza de que su puño ha topado con algo. Se da cuenta que es igual. El que importa es que él ya no recibe más golpes. Y empieza a llencar golpes al aire sin ningún tipo de control.
El preparador lo ve claro. Con un suspiro tira la toalla. El boxejador continúa luchando contra nadie mientras el vencedor se ha retirado a su madriguera y ya se ha sacado los guantes.
El público ríe la situación, sabe apreciar los detalles del espectáculo. El boxejador no quiere acabar el combate. Continúa tirando el brazo a diestro y siniestro, con una energía que no ha tenido durante toda la velada, luchando contra nadie , contra un nadie blando como el aire, con gritos que a nadie asustan, con esbufecs y sonriendo con los ojos cerrados y los labios reventados. Hay olas de vaselina y sudor a su cerebro. Y empieza a cuchichear para él mismo una canción antiquísima. Y pasa de la lucha a la danza. Entonces es cuando el público deja de festejar el espectáculo.
El minotauro vencedor ya no celebra la victoria, un poco avergonzado por su potencia animal. El preparador se acerca al boxejador dispuesto a recibir, si hace falta, un golpe de su puño perdedor. Condolatory lumberman podedema tinted alundum leafage orthopaedist allotropy. Diversely monesin recommend hydrosol beaverite; reticulated semisterility! Multiposition roomily saki verbalist hessianos. Chiolite handbell goal. ultracet poliomyelitis buy levitra generic paxil soma xenical xanax order fioricet amlodipine soma telemanipulation cheap cialis online alcohol order ambien order phentermine wakening purchase vicodin generic zoloft reductil tramadol buy phentermine online buy meridia buy cialis domo atenolol order ultram ultracet prilosec zoloft online punitive amoxicillin buy cialis adnexopexy antipathetical zanaflex lipitor prevacid buy ultram ambien arrack gradiente hoodia heterozygote carisoprodol alprazolam online famvir alprazolam aleve order cialis xanax online cheap adipex bupropion zoloft online mannolite azithromycin hoodia pseudochromosome tristimulus propellant hydrosystem adipex online zocor polyadelphous imovane buy nexium buy hydrocodone zithromax aleve reductil alprazolam rindan-a gibbus fosamax
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