El historiador Joan B. Culla aseguró ayer martes día 14 en la sede de Òmnium Cultural de Mataró que la trayectoria histórica del catalanismo permite afirmar que este movimiento es la expresión tenaz de una voluntad política real y reclamó de este modo su coherencia: "Si este movimiento político hace al menos 113 años que existe debe de ser que no es un camelo", dijo.
En una larga conferencia, Culla repasó la evolución del catalanismo desde que surge como movimiento prepolític con la Renaixença hasta la aprobación del Estatuto de 1979. "Antes de ser una fuerza política el catalanismo fue un lenguaje, una cultura política como cualquier movimiento socio-político de masas", explicó.
El historiador situó al 1892, con la elaboración de las llamadas Bases de Manresa, el inicio del catalanismo reivindicativo, a pesar de que hasta el 1901 no apareció el primero gran partido político, la Liga Catalanista. "Las Bases serán el programa de máximos del catalanismo durante dos décadas", aseguró Coseche, recordando que se pedía una gran autonomía fiscal, que el catalán fuera la única lengua oficial y que todos los cuerpos de seguridad fueran controlados desde Cataluña.
Posteriormente, el profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) apuntó que el escenario planteado los años siguientes por la Liga Catalanista de Prat de la Riba y Cambó sería mucho más bajo que el reclamado en las Bases de Manresa. Y que de esta concepción a la bajasaldría la Mancomunidad de Cataluña, un ente del cual Culla remarcó que no tenía ninguna competencia política y que por lo tanto no se puede considerar que fuera el primer autónomo catalán: "De competencias políticas notenía ni un átomo, fue simplemente la puesta en común de las mínimas competencias administrativas de las cuatro diputaciones catalanas que ya se tenían", dijo. Aún así, Culla aseguró que la experiencia tuvo un carácter positivo.
El historiador repasó el momento de optimismo que se respiró en Cataluña después de la Primera Guerra Mundial debido a las prometidas autodeterministas fijadas por el presidente nordamericà del momento, Woodrow Wilson, y la redacción del primer proyecto de Estatuto de Autonomía, el 1919, auspiciat por la Mancomunidad. Este tenía un planteamiento autonomista en el marco de una España federal, fiscalmente con un sistema a la vasca y con un carácter pragmático y prudente. Un proyecto que recibió un rechazo frontal de Madrid y que posibilitaría, según Coseche, el nacimiento de los primeros grupos netament independentistas.
La llegada de la República, el momento de oro
El advenimiento de la República el 1931 representó según el historiador el momento esperado durante décadas para conseguir la anhelada autonomía política. Fruto de la efervescencia del momento aquel mismo año se empezó a redactar en Núria un Estatuto de Autonomía que se demostraría excesivamente avanzado, puesto que la Constitución republicana instituiría finalmente un estado no federal sino "integral" -unitario pero con posibilidad de crear autonomías limitadas-.
El Estatuto del 32, que es el que finalmente se aprobó, rebajó espectacularmente el nivel de autogobierno catalán pedido finalmente: "En general es mucho mejor el Estatuto actual que el del 32, a pesar de que en una época se lo va mitificar mucho". Culla recordó que este Estatuto habría permitido una doble red escolar, que podría haber acontecido "un desastre" por el país si el Estatuto hubiera durado más allá de la Guerra Civil.
Finalmente, el profesor de la UAB explicó que las claves para entender el resultado del proceso de redacción del Estatuto del 1979 fueron la falta de experiencia de gobierno de los redactores, el desconocimiento real del régimen fiscal del País Vasco y Navarra, el rumor de fondo de un posible golpe de estado en el supuesto de que se avanzara "excesivamente" en el reconocimiento de Cataluña y la floja presencia de los nacionalismo catalán - contó CiU y ERC- a la primera legislatura del Parlamento.
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