De nuevo, el cartel

Cada año al llegar el calor, el columnista sabe el que le espera: comentar el cartel de Las Santas. Y sabe también que así entrará con la sempiterna discusión, del sí y el no, del concurso, de la voluntad popular, del.... , y todo para llegar como siempre a la tradicional reflexión de los gustos y las disputas. Pero este año la cosa es diferente. Aquel “fifty-fifty “ tradicional en que se mueven las opiniones, se convierte hoy en una balanza negativa absolutamente desequilibrada, en que el desacuerdo domina con toda la razón, puesto que -hora es de decirlo- el cartel de este año de Xavier Rosales es el peor cartel de las Santas en muchos años y no responde en el mínimo de calidad que se tiene que exigir a una pieza tan representativa, ni siquiera teniendo en cuenta que no es objeto de pago.

El cartel de Rosales es un mal cartel en el fondo y en la forma. El error parte ya del hecho contradictorio que cuando algunos colectivos artísticos han tomado parte en la decisión (por cierto, fuera caretas, y a decir quién son los responsables (?) de la elección) se elimina el hecho diferencial del cartel de Las Santas, -su carácter de obra de autor-, para apostar de nuevo por el diseño. El cartel de Las Santas es en esencia la anti-cartel. Anuncia una cosa que se sabe, justamente a quien lo sabe. Por lo tanto no hace falta una apuesta publicitaria y sí una apuesta diferencial, que con sus pros y contras se ha mantenido con suficiente éxito en la ciudad en los últimos años.

Formalmente la obra es un cúmulo de errores. Cartel en estilo de logotipo, con elementos referenciales de otras muchas cosas (leéis los comentarios a la noticia), que no actúa formalmente como tal puesto que no produce ninguna lectura directa y sí muchas de confundidas, que se establece en una línea clara de tendencia J.M.Trias, pero buscando justamente la apuesta contraria con el infantil juego de añadir el signo de grados centígradas al año, conformando un trabajo pueril que no pasa el más mínimo raser y que no responde a ningún criterio de calidad exigible.

Xavier Rosales exponía el pasado febrero en Argentona. Entonces todavía no era depositario del encargo del cartel. En este mismo capgros.com decíamos de su trabajo: “..queda claro también que existe un cierto elemento pretencioso en la muestra”, “... trayendo a la fácil lectura de que la fuerza se escapa por la boca”, “... el nivel que puede lograr el autor si se deja de boutades por bocabadar incauts...”. Y acabábamos. “Ahora sólo hay que preguntarse si el autor... prefiere el fuego de virutas o quiere profundizar en su razón más intensa y más simple”. Ahora todo queda muy claro, el juego de rieta de criaturas se ha impuesto al verdadero juego del arte en un cartel que valdría como irónica enganxina de “bareto” en fiesta pero nunca como símbolo oficial de la fiesta grande de la ciudad.

Ya sabemos que el cartel es un obsequio del artista escogido a la ciudad, pero los obsequios, como las herencias, no es obligado aceptarlos. Este tendría que ser el caso. Y si se marca precedente, mejor que mejor.

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