Después del orgasmo

Los catalanes somos especialistas al salir a la calle y que esto no sirva para nada. La prueba más palpable fueron las consultas soberanistas, que al final, duela más o duela menos, solamente han contribuido a acabar de apuntalar la victoria inevitable de CiU en el territorio (dejando al margen el 'desastre' que tenían como adversarios políticos delante, también es cierto).

Ni mensaje, ni unión del independentismo, ni España nos respeta más después de tantas acciones y tantas horas invertidas. Ni la autoestima nos ha subido tanto. Quizás sí que ha habido quién se ha hecho más conocido y encarrilado su carrera política, se han publicado libros con vivencias y con grandes fotos épicas a 20 euros la pieza –el patriotismo se paga siempre, no es gratis– y por encima de todo, eso sí, nos lo pasamos muy bien, que es el que importa.

Durante unas pocas semanas, los de derechas y los de izquierdas salimos juntos, dialogamos, cenamos, preparamos actas y vivimos el espejismo colectivo de pensar que la independencia era más aprop que nunca, una pura proyección masturbatòria. A la otra banda, los españoles se empitonaven y también muchos de los de aquí, los que miran Intereconomia o votan el PSC y el PP, especialmente. Pero la infinita sabiduría del dominador, la que le da poder sobre el dominado, sabía que la gaseosa, cuando la remueves y obras el tapón, sale el gas, pero al acabar se queda aigualida.

Si que hay quién ha dicho que esto sirve para marcar tendencias. Pero afirmarlo es también la consolación de los pobres de espíritu. Y con el tema de los 'Indignados' parece que acabará igual, porque el nuestro es un país de ferias y fiestas. Y cuando estas se acaban, borrachos, todos vamos a dormir la mona y el día siguiente, duchados, afeitados y con corvata, al trabajo con la resaca y una fuerte acidez al estómago.

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