Mataró ha despedido hoy jueves día 20 la religiosa Cristina Kaufmann, muerta miércoles a la edad de 66 años, en un funeral que ha dejado absolutamente pequeña la iglesia del monasterio de las Tereses, al barrio de Cereza, con la asistencia de más de trescientas personas. El expare provincial de los Carmelitas, Agustí Borrell, ha sido el encargado de pronunciar la homilía posterior a las lecturas y en su transcurso ha destacado la "gran fidelidad a Cristo" que ha demostrado Kaufmann durante su vida así como su "fuerte sentido eclesial". De todos modos, Borrell ha recordado que esto último no impidió que cuestionara las cosas que creía que no tenían sentido. 
 El carmelita ha explicado que Kaufmann entró al monasterio al final del Concilio Vaticano II, el 1964. "Ella se creyó este mensaje renovador de la Iglesia y fue una persona que buscó nuevos caminos sin afán de protagonismo y los abrió porque otros los siguieran", ha apuntado. Igualmente, ha asegurado que la difunta representó una esperanza tan por grupos cristianos como por grupos que no lo eran. "Sentimos necesidad de testigos como ella en medio de la oscuridad de nuestros tiempos", ha asegurado. 
 Borrell ha trazado un paralelismo entre la Semana Santa y la Pascua y los últimos días de Kaufmann: "La hermana Cristina ha celebrado de la mejor manera posible el tiempo pasqual", ha apuntado, recordando la "serenidad" demostrada en estos últimas horas. Finalmente, el provincial ha asegurado que para la historia quedará el testimonio del amor de Dios expresado por Kaufmann. 
 La ceremonia lo ha presidido el obispo auxiliar Joan Carrera, que ha expresado el pésame del arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. Carrera estaba acompañado por Jordi Cussó, arxiprest de Mataró y rector de Sant Josep, Manuel Seliva, rector de Maria Auxiliadora, Joaquim Brustenga, rector de Sagrada Familia, y Joan Camps, rector de los Salesians. Tambiénhabía el exrector de Santa Maria, Josep Colomer, y el exdegà de la Facultad de Filosofía de la Universitat Ramon Llull, Jaume Aymar, así como el resto de hermanas del monasterio. Su hermana Maria ha hecho en alemán un pequeño parlamento.
 Entre el públicohabía personas del barrio, religiosas otros conventos y de escuelas religiosas de la ciudad, un buen grupo de feligreses de todas las comunidades cristianas locales y los regidores Paulí Mojedano (PP), Ramon Bassas (PSC) y Quitèria Guirao (ICV). Muchos de los asistentes eran gente mayor, pero era también significativa la presencia de gente joven y de personas de mediana edad, muestra del predicament que tenían las reflexiones de la difunta. 
    
    
    
            
                            
                
            
                             
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                            Las reaccionesJordi Cussó, arxiprest de Mataró y rector de la parroquia de Sant Josep: "Cristina Kauffman era una gran mujer, antes que nada. Ha sido una religiosa que ha sabido entender el espíritu carmelità, adaptarlo al nuestros tiempos, que no era nada facil. Con su manera de hacer supo no sólo reformar, renovar el espíritu del Carmel de Mataró sino que ha sabido traerlo en todo Cataluña y todo España. Es un referente por muchos grupos y muchas comunidades, por su manera de vivir y por su espiritualidad, fonda, que sabía transmitir. Era una gran mujer de Dios, que vivía una unión profunda con Dios".
 Joaquim Brustenga, rector de la parroquia de la Sagrada Familia (dentro de la cual se incluye el monasterio): "Nos quedará este testimonio. El que he notado con ella es que ha habido mucha gente que ha confiado con ella, que se ha relacionado con ella, que los ha ayudado y encaminado. Ha sido una persona de consenso. Y después nos quedará esta mirada moderna de la vida monástica, de las Carmelitas, justamente estos últimos años ha habido mucha tensión, en este sentido, en el seno de la congregación y ella ha ayudado mucho".
 Joan Carrera, obispo auxiliar de Barcelona: "De ella nos quedará una memoria muy estimulante. Ha sido una mujer de Dios y de los hombres. Nos ha marcado un camino y que a las religiosas de esta casa su impronta durará mucho. Es una manera de ser consagrada, de ser religiosa, no rutinaria sino muy personal y mucho asumiendo todo el peso de la renovación de la Iglesia por la cual ella trabajaba".
Aspecto de la iglesia de las Tereses esta tarde.
                        
            
            
            
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