Al cumplirse el cercano 18 de junio , el veinticinco aniversario de la muerte de Eduard Alcoy, es de justicia hacer oportuno recordatorio tanto por su enorme calidad como por el papel de "revolucionario" activista artístico y cultural que realizó en nuestro entorno.
Recordatorio como gran artista, con una obra intensa, densa y evolucionada que parte del informalismo quizás su época menos conocida pero de un nivel más que elevado, hasta lograr plenitud en su universo alcoyà, en el entorno de esta pintura magicista, llena de símbolos y lecturas que subyugó a se que se acercó a ella. Una obra merecedora de mucho más reconocimiento histórico que no el logrado hasta ahora.
Un recordatorio como activista artístico, al saber aglutinar al suyo cercando - y al de su amigo Rovira Requesón - a un poderoso grupo de artistas jóvenes que crecieron en el conocimiento artístico y vital, configurando un grupo que sin ser alumnos, sí que supieron cultivar una estilística de raíz común , denominada a posteriori como "Escuela de Mataró", en la que los nombres de Jordà, Novellas, Palo y Perecoll, sueño a destacar.
Un recordatorio como activista cultural puesto que supo hacer entender a todos, burguesía mataronina incluida, que había que ir más adelante en el campo del arte. Que no todo era la dulzura del paisaje, más o menos muy realizado, y que el arte implicaba compromiso, emoción y misterio. Que había que ir más lejos por, mediante el arte, crea un campo de profunda reflexión, sin que para llegar fuera imprescindible huir de una cierta estética atractiva, más bien el contrario.
Ahora, en momento en que tanto carecidos estamos de liderazgos, la figura de Eduard Alcoy con toda su ironía, con su dosis de cinismo y mala leche, pero especialmente con la gran dosis de calidad intelectual y artística, se mantiene firme como elemento capital para la evolución artística de esta, nuestra ciudad. En el recuerdo.
Comentarios