Asmaa Aouattah

Ejerciendo de ciudadano/na

Toda inmigración se acaba arraigando, en un proceso que puede ser lento y dificultós, dependiendo de muchos factores, pero al final, las personas que han elegido hacer de un país el suyo, acaban de una forma o de otra formando parte.

Evidentemente, el ideal de un arraigo es que la persona inmigrada sea parte activa de la sociedad de acogida, una actitud que ni es fácil de adoptar ni siempre gusta, porque ser parte activa quiere decir ejercer de ciudadano/na en los derechos Y EN LOS DEBERES (que también son derechos): participar, reivindicar, criticar, solidarizarse….resumiendo, tener voz y voto.

La persona que viene de fuera no siempre se ha visto en este papel, por muchas razones, algunas derivan de la situación en que se encuentra inmerso, algunas otras del país del cual proviene, de la trayectoria personal que arrastra y otras derivan del hecho de adoptar la postura de la persona que se ve incapaz de involucrarse en asuntos ciudadanos como cualquier persona de este país: tener ideas políticas, integrarse en entidades, en marcos participativos normalizados: asociaciones de vecinos y vecinas, ampes, plataformas, etc, resumiendo, ayudar a hacer país.

Pues bien, esta postura afortunadamente empieza a cambiar y hoy en día, el mataroní y la mataronina de origen forani inician un camino nuevo, el de hacer y no esperar que hagan por tú, el de ayudar y no ser siempre ayudado, el de reivindicar y participar.

Ya lo hemos visto plasmado en la creación de un número importante de entidades compuestas por personas de origen forani, en el número de actividades que hacen y el trabajo en red que se ha ido tejiendo a lo largo de estos años. Pero ha sido un trabajo liderado por una élite mayoritariamente preparada y con experiencia en el mundo asociativo y/o político desde el país de origen.

Evidentemente, este trabajo acaba dando el resultado del fenómeno que ocupa este artículo: la participación de la persona "recién llegada normal" en asuntos ciudadanos. Pero había que esperar y tener paciencia y hacía falta también que llegara la crisis, que se produjeran las revueltas ciudadanas en la África y al mundo musulmán, que los derechos humanos se vieran en peligro por todas partes porque esta persona tomara conciencia de que tiene que jugar el papel que le corresponde y hacer de ciudadano/na cómo cualquiera.

Lo hemos visto en la participación masiva de mataronins y mataronines de fe musulmana en las acciones contra el asedio en Gaza (impulsadas por la Plataforma Paramos la Guerra), lo hemos visto en la participación de los que son de origen marroquí en las acciones contra la represión en el Marruecos (impulsadas por la Plataforma Mataronina contra la Represión en el Marruecos), lo hemos visto en la participación en la manifestación en Barcelona contra los recortes en las ayudas sociales (impulsada por la Plataforma de las Personas Afectadas por los Recortes en las ayudas sociales) y por último lo hemos visto en la participación en las acciones para parar los desahucios (impulsadas por la Plataforma de los Afectados por el Desahucio), la última de ellas es la que sucedió en el barrio del palacio donde un centenar de personas (hombres y mujeres) de diferentes orígenes consiguieron aplazar por dos meses más el desahucio que afectaba a una familia de invidentes del barrio.

Sí, mayoritariamente, son acciones que afectan de manera directa a estas personas. Algunas por motivo religioso, algunas en relación con el país de origen y otros por motivos económicos. Pero esto ni es algo exclusivo de las personas recién llegadas (la mayoría de las personas se unen motivadas por intereses personales comunes que caben siendo col•lectivos) ni se queda en este estadio.

Se trata del inicio de un proceso que si se sabe alimentar con sensibilización, formación pedagógica (lejos del adoctrinamiento sea del tipo que sea) y trabajo en red (de forma que se pueda favorecer cada vez más la fusión de intereses y de trabajo), acabará con la normalización de la persona que no paran de denominar inmigrante a pesar del paso del tiempo.

Sen duda, se trata de un fenómeno nuevo y me atrevo a decir también de un ciudadano nuevo que empieza a tener un espíritu crítico hacia fuera y ninguno adentro, que no se dejará pisar fácilmente y que empieza a tomar conciencia tanto de su condición como de su responsabilidad personal en un mundo que tambalea.

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