Ovidi Huertas

El 22 de Mayo, responsabilidad y coherencia

El cercano 22 de mayo la ciudadanía de todos los pueblos, villas y ciudades del país estamos llamados a participar en las elecciones municipales.

Ciertamente, el sistema democrático es un sistema imperfecto de gestión de los asuntos públicos. Sus deficiencias las tenemos todos muy claras. No hace falta que los catalanes vamos muy lejos para comprobar que no siempre permite que los intereses de los ciudadanos sean correctamente escuchados y respetados. Pero, a pesar de todas sus imperfecciones, también hemos podido comprobar abasto, que, sin tipo de dudas, es "lo menos imperfecto" de los sistemas. Fuera de él, como diría el poeta, "la noche es oscura".

A menudo nos dicen que los ciudadanos tenemos la última palabra y que la votación es el momento supremo para pasar cuentas con nuestros representantes. A menudo querrían que los ciudadanos sólo reflexionáramos quince días cada cuatro años, que diéramos a nuestros representantes un tipo de cheque en blanco. Son todos aquellos a los que la participación popular se los da miedo. Los que creen que la política es cosa de expertos; unos expertos que nunca somos el común de los mortales si no "los de su clase". Que responden a intereses que casi bien nunca nos explican.

La política, es decir, la gestión de todo aquello público, nos implica a todos. El alejamiento de los ciudadanos hacia sus representantes políticos es sólo proporcional al de los políticos hacia sus representados y la sensación que tenemos es que la lógica interna de los partidos pasa, habitualmente, por encima de los intereses de los ciudadanos. El cálculo electoral es la gran motivación de los grandes partidos y su grado de responsabilidad hacia a la desmovilización de la población es enorme. Una desmovilización que mujer la sensación que no los preocupa mucho, quizás porque se los permite actitudes y comportamientos impensables con una población preocupada, informada y activa.

Por todo esto, es hace necesario que la ciudadanía, que es quien tenemos la responsabilidad de escoger, tomemos una actitud activa ante las urnas. No es cierto que todos los partidos sean iguales. Hace falta que estudiamos detenidamente sus propuestas, su gestión y, por qué no, su honestidad. Hace falta que ponemos en tela de juicio todo aquello que nos prometen a corre cocida ante la contienda electoral. Hace falta que ajustamos estas prometidas con la realidad. Hace falta que evaluamos su credibilidad. Y, por encima de cualquier otra consideración, hace falta que pensamos si las políticas que nuestra opción podría desplegar en caso de que gobierne son aquellas que creemos adecuadas para nosotros. Porque, como dice el adagio, "los errores es paguen" y es responsabilidad de cada cual de nosotros que la papeleta que depositamos el cercano 22 de mayo responda a aquello que nosotros pensamos y necesitamos.

Resulta incongruente pensar que un partido que ha mantenido posiciones de apoyo con los poderosos realizará una política social, económica y fiscal en beneficio de las clases trabajadoras. Es fundamental que los trabajadores tengan claro que amenazando nuestros derechos no se supera ninguna crisis ni se anda en la defensa de una sociedad más justa y, por lo tanto, más libre.

Los trabajadores y trabajadoras tenemos que tener muy presente que hay opciones queson sensibles a sus intereses y otros que están más cerca de los grandes centros de poder económico y social. Tenemos que tener claro cuáles son nuestros aliados y quienes no, que es el que supone equivocarse en la elige. No vale después exclamarse de políticas que creemos contrarias a los intereses de las clases populares y que son, en la mayoría de los casos, sólo la consecuencia lógica de una elección poco reflexionada o de una baja participación. Los trabajadores y las trabajadoras tenemos que votar como nos movilizamos. No es coherente movilizarse hacia la izquierda y votar hacia la derecha.

El 22 de mayo tenemos que ir todo el mundo a votar, tenemos que hacer una apuesta por nosotros mismos y por nuestro futuro. Otro cosa no vale.



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