El cambio

Nos dicen que el mundo se acabará el año que viene, el 2012. A mí me cuesta de creer- lo porque ya hace tiempo que nuestro planeta juega más allá de la prórroga, en pleno tiempo de penaltis.

Por lo tanto, el final que pueda venir hipotéticamente de un cataclismo, se solaparà al gran vertedero moral y físico que viene creando el colectivo humano desde su creación.

No hay que buscar explicaciones teológicas que seguramente enmascaren la verdad: la incapacidad de nuestra especie para conservar el planeta, para ser solidarios con el prójimo, para intentar, en definitva, generar el propio paraíso.

En dirección contraria falseamos, cometemos todas las malvestads posibles, contaminamos, creamos bombas y guerras, dominamos y expol·liem, avanzando en sentido inverso hacia donde se tendría que ir. Yo no me puedo creer que sea el resultado de ningún plan divino – esto es dar la culpa a otro– sino el producto más claro de la propia incompetencia humana, que pide como mínimo la dimisión.

Alguien dirá: este paio está amargado. No le niego una parte de ráo, pero también le recomiendo que en un ejercicio de honestidad se siente un día ante el espejo y mire el abismo, intentando no caer- adentro. Lo puede fe-lo, por ejemplo, tragándose 12 horas seguidas de televisión.

En medio de este escenario, además, hay los que preconizan el cambio, una palabra que en base de usarla en falso se ha vaciado de contenido, se ha dejado estéril. El verdadero cambio social viene de dentro de nosotros mismos y no de los discursos copiados de los libros de autoayuda. Y horas de ahora, a pesar de algunos indicios, parece tan lejos como lo ha sido siempre.

En fin, si el mundo no se acaba finalmente el 2012 no nos preocupamos, ya hace tiempos que lo estamos finiquitant los propios pobladores llamados seres humanos y para los cuals el pensamiento ha sido, en muchas cosas, una inversión desafortunada. El mono, sin duda, en estado natural, es mucho más feliz y su relación con el entorno más rica y llena, más cercana a la esencia de la Creación.

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