El estreno de 'Lo topo' ha coincidido con la proyección en salas de la cuarta entrega de 'Misión Imposible', dos películas que casi se pueden entender como el anverso y el reverso de una misma historia. Mientras que la superproducción protagonizada por Tom Cruise es todo un festival de fuegos de artificio, el film que firma el sueco Tomas Alfredson, con un punto de partida argumental muy similar, destaca por la sobriedad, la contención y la medida. Una contiene toda la acción y la otra parece la versión hablada, explicada, profundizada. Alfredson juega con la ventaja de uno de los títulos clásicos de la novela de espías y una de las obras más conocidas de John Le Carré. Pero todo y el sólido origen literario, no era fácil trasladar su complejidad a película y hacerlo compitiendo con la espectacularidad que parece que el público reclama en el cine de espías y de acción.
El director Tomas Alfredson, que despuntó con otra adaptación literaria, la celebrada 'Déjame entrar', parece tener buena mano para crear atmósferas tenses y opressives y hace gala de una realización elegante y austera, con una estética mucho de los años setenta y a la hora tan moderna que le aporta al film cierta atemporalidad. Pero sobre todo, es capaz de hacer aflorar la emoción en contextos fríos y sobrios como el que propuesta también 'Lo topo', una trama de espionaje ambientada en plena guerra fría, relatada y resuelta a través de la inteligencia observadora del agente Smiley, un Gary Oldman a punto de Oscar y muy muy acompañado por un reparto más que solvente, y otro de los grandes aciertos de este film que de alguna manera también nos habla del absurdo del enfrentamiento y la guerra y de cómo todo ello queda condicionado por el factor humano.
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