El legado de 105 años con Garcia Lorca y el socialismo

Dicen que la edad ayuda a llenar el pozo de la experiencia y que también sirve para ver el mundo con más claridad. Otros afirman que esta sabiduría adquirida no deja de ser un recuerdo y que, en un pasado y en la misma situación, probablemente se hubiera actuado igual. Dolores Columé ha visto pasar por su vida un montón de historias, anécdotas y vivencias diversas, pero también personas y hechos trágicos. Quizás por eso prefiere explicar sus conocimientos a los otros, con el objetivo que no tengan que arrepentirse de sus actos. Columé ha tenido hoy lunes, día 1, un día ajetreado y ha protagonizado todas las miradas. Sobre todo cuando el pastel de aniversario tiene casi más velas que nata.

“Hoy es un día muy feliz por su madre; es muy presumida y le gusta que todo el mundo le esté encima”, explica Victoria Geijo, nieta de Dolores Columé, quien hoy celebra nada más y nada menos que 105 años, dondellega con un relativo buen estado de salud. Y es que en motivo de su aniversario, toda la familia ha decidido celebrarlo como es debido, conscientes de la efeméride. Es momento para recordar tiempos antiguos pero, sobre todo, para analizar la actualidad. “Mi abuela siempre ha sido socialista –explica Geijo-, a pesar de que cree que Zapatero le falta gancho. En cambio al PP no el vuelo ni ver”. La lucidez que muestra Columé, por su edad, podría dejar astorat además de ud. “En cuanto al Estatuto, está a favor. Ella el que nunca querría es una Cataluña independiente”, confirma Dolores Caballero, hija de Columé, ávida para demostrar que personas con 105 años y capaces de argumentar no son muy comunes.

Del oasis a la crueldad
Nacida el 1901 a Isla Cristina, Dolores Columé –el apellido es una traducción fonética directa del catalán ‘Colomer'- pertenecía a una familia andaluza rica. Gracias al trabajo de su padre, que trabajaba como capitán del alambrada, un tipo de pesca, podían permitirse una casa con siete habitaciones, cinco muchachas y lujos poco habituales. Desde pequeña, Columé estudió piano de cola y tuvo una infancia feliz.

Su madre murió en 1916, cuando ella tenía tan sólo 15 años. Cinco años más tarde conoció Antonio Caballero y, después de un tiempo de nuviatge y del beneplácito del padre, se casaron en 1929. Su casamiento contó con la visita de Don Blas Infante, que ejerció de notario y que desde entonces se convirtieron en grandes amigos. Eran tiempos felices y sus relaciones personales, gracias a los contactos de su marido, que era banquero, se incrementaron. Después de tener los dos primeros hijos a finales de la década de los veinte, la familia Columé se trasladó a Granada, dondeconoció a Federico García Lorca. “estuvo en la calle y me lo presentaron. También conocí dos grandes poetas como Álvaro y Lluís Rosales”, explica Dolores Columé.

La felicidad, pero, se vio truncada por el estallido de la guerra civil, después de una etapa “tranquila” durante la primera República. “Recuerdo los bombardeos y las carrerillas hacia el subterráneo. Era horrible”, rememora Columé. Durante la guerra, la escasez de comer y medecines se lleva la vida de su marido, hecho que lo impulsa a marchar a Córdoba con su hermana. Allá también la pierde y Columé decide ir a la capital del Estado. Fueron tiempos difíciles pero consiguieron solventar-lo alquilando algunas habitaciones. Finalmente, Dolores llegará a Barcelona hace unos cuarenta años. “Primero tuve problemas con el catalán pero después me adapté perfectamente”, recuerda.

Con todo, Dolores Columé puede sonreír satisfecha de ver como sus hijos y sus nietos son bien grandes y beben a menudo de su experiencia. De hecho, Columé abrió los ojos en un mundo inestable, viendo pasar una guerra civil, dos mundiales, generales nazis o guerrilleros antifranquistas. A pesar de todo, es quizás su legado familiar el que será más recordado, sus consejos y sus largas y apasionantes vivencias.