'El Mikado' reaparece a la Sala Cabañas con una historia que nos traslada de primera mano en el Japón más clásico. En su segunda temporada al recinto mataroní, la obra de Gilbert & Sullivan dirigida por Marc Molina ofrece una buena combinación de sueños e imágenes que todo ello confeccionan una creación uniforme con pequeñas luces de ironía. A pesar de que es cierto que durante la obra se pueden apreciar algunos estereotipos en personajes como el emperador del Japón -de quien precisamente la obracoge su nombre - , el paso de las escenas conduce hacia una evolución de la trama donde los protagonistas cambian con frecuencia sus características, mostrándose así como a personajes redondos. Un ejemplo lo podemos encontrar en Ko-Ko, el honorable señor Verdugo de Titipú, quien en el inicio de la función muestra un carácter firme y rocoso pero que con el paso de las diferentes situaciones va menguando, convirtiéndose progresivamente en un personaje vulnerable.
La trama del musical se inicia cuando el emperador del Japón, El Mikado, prohíbe el flirteo entre los ciudadanos de Titipú, un lugar del imperio japonés donde se desarrolla la acción. Como castigo, cualquier persona que juegue con las cartas del amor sin tener un mero objetivo matrimonial tendrá que ser decapitado por el honorable verdugo de Titipú, el señor Ko-Ko. En la trama se pueden ver vínculos y desafecciones amorosas entre Nanki-Poo, que es el segundo trombón enamorado de Yum-Yum, el honorable señor verdugo de Titipú y Katisha, una vieja dama de la corte enamorada de Nanki-Poo. Con esta conexión a cuatro bandas se pueden presenciar acciones de sátira acompañadas por los sentimientos de los celos, el amor, la desesperación, el resentimiento o el miedo. Además, con pequeñas bromas y puntuales interacciones con el público la obra consigue el punto exacto que la define como una opereta cómica. Destaca el trabajo de vestuario gracias a indumentarias que aciertan y se adecúan con la trama y la cultura japonesa. Por otro lado, la combinación de algunas escenas de diálogo con otros donde el hilo conductor y reinando es la música, hace que la transición de las acciones sea distendida y atractiva por el público.
En resumen, viendo 'El Mikado' se podrían hacer los primeros pasos para romper uno de los estereotipo predominante verso los japoneses, concebidos por el mundo occidental como personas con un modus vivendi sereno, pausat y sin ningún tipo de atrafegament. Sin embargo, este clásico que trae más de 120 años en escena quiere ir más allá y por eso, entre otros motivos, aterriza de nuevo a la Sala Cabañas en época de otoño. Precisamente, esta es una de las estaciones del año más estimadas por los japoneses junto con la primavera por los magníficos paisajes que dejan los pétalos de flor de su tradicional cerezo. Todo ello, 'El Mikado' se convierte así en una interesante oportunidad para hacer un viaje efímero en el Japón sin mover un pie de la ciudad.
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