Unos cuántos de los coleccionistas haciendo intercambio el pasado domingo día 5.
Unos cuántos de los coleccionistas haciendo intercambio el pasado domingo día 5.

Maria Coll

El misterio de las placas de cava

Una cuadragésima de coleccionistas se encuentran un golpe en el mes en el Parque Central para hacer intercambio de 'material'

El sol invernal luce sobre las placas de cava como si fueran de oro blanco. Los col•leccionistes las observan como pequeños tesoros y pactan entre ellos talmente como si clausuraran una gran transacción comercial. “Qué, negociamos?”, dice Josep Maria Comas a un hombre que se aproxima con un álbum bajo el brazo. Es primer domingo de mes y una cuadragésima de col•leccionistes de placas de cava de Mataró y el Maresme se han encontrado para intercambiar unidades. La convocatoria mensual en la capital del Maresme es una de las pocas del calendario –cada fin de semana hay unos diez encuentros en todo Cataluña- donde el dinero no marcan las negociaciones. “Actualmente, hay personas que pueden llegar apagar quinientos euros por una placa difícil de encontrar, pero esto en Mataró no pasa”, asegura Quico Mínguez uno de los col•leccionistes más veteranos de la ciudad y el fundador de los encuentros.

En Mataró se calcula que hay aproximadamente unos 250 col•leccionistes de placas de cava –12.000 en todo Cataluña-, aunque más de la mitad de la poblaciónguarda por algún compañero, familiar o amigo quecolecciona. “La mayor de las col•leccions se hacen mediante el intercambio y las placas que recibimos de nuestro entorno, las cuales, como que normalmente se repiten, se pueden intercambiar”, asegura Saboreáis, uno de los habituales del encuentro al Parque Central. Sólo en algunas ocasiones los coleccionistas se beben el contenido de la botella, puesto que para ellos la atención recae directamente en la cumbre del vidrio verde.

De hecho, la calidad del contenido no tiene relación con la valuositat de la placa. “Las placas más buscadas son aquellas de las cuales hay una cantidad muy reducida”, aseguraSaboreáis. Y otro de los participantes añade: “Precisamente ahora, las placas de cavas secos o semi-secos son las más valiosas, porque de este tipo de cava aquí sevende poco, todo el mundo compra sucio”.

Los últimos años los col•leccionistes de esta afición se han multiplicado de forma desproporcionada. Quico Mínguez y Josep Maria Comas, después de diez años de dedicación, tienen colecciones de 4.000 unidades, pero se conocen colecciones de 15.000 ejemplares. De esta moda las cavasson conscientes: “Muchas veces, por cuestiones de marketing, los elaboradores de cava sacan un mismo producto con diferentes nombres y diferentes placas, pero otras veces, siguiendo el juego de los coleccionistas “profesionales” –aquellos que han convertido esto en una especulación-, también se avienen a hacer botellas con placas especiales y limitadas que se venden en los encuentros de intercambio”, asegura Mínguez.

Otra estrategia novedosa de los cavistes se hacer cajas de seis botellas, todas ellas con tapones diferentes. “En estos casos si quieres la col•lecció tienes que quedarte con la caja entera”, se lamenta este mataroní. Estas estrategias han provocado que los col•leccionistes hoy en día distingan tres tipos de grupos de placas: las placas de botellas embotelladas por cavas –catalogadas y referenciadas-, las placas de botellas embotelladas por bodegas no productoras de cava –algunos de los col•leccionistes rechazan estos tapones-, y las “pirules”, placas conocidas con este nombre porque han sido diseñadas solamente por acontecimientos especiales como casamientos o fiestas.

Al encuentro, a la cual también se atansen coleccionistas de Premià de Mar, Vilassar de Mar, Caldetes o Argentona, se respira un buen rescoldo. “Ahora hace siete u ocho años nos encontraron tres o cuatro personas en un bar de la plaza Santa Anna para hacer los primeros intercambios, después, ya algunos más nos encontrábamos al puerto; pero ahora, des hace dos o tres años, lo hacemos en el parque central”, explica Mínguez. La mayoría se conocen y saben qué placas pueden interesar a cada compañero. “Cuando tenemos una placa repetida ya sabemos más o menos con quien la podremos intercambiar, nos conocemos las col•leccions de los otros”, explica en Comas, quienes prepara una exposición sobre este mundo. Aunque algunos col•leccionistes norteña del Maresme se han asociado, en Mataró la propuesta parece que no cuaja.

En el parque, observados por la atenta mirada del “Negrito”, las negociaciones continúan. Una señora que acaba de empezar la colección recibe una donación de placas bastante comunes por parte de uno de los veteranos. Un niño también se aproxima en este mundo. De aquí unos años, tal y cómo hacen los veteranos, podrá identificar rápidamente cada placa de qué cava procede. Todos los participantes traen dos elementos bajo el brazo: uno de los dos catálogos de placas de cava que actualmente se editan en Cataluña, donde marcan las adquisiciones, y un álbum con las repetidas. Alrededor de la una del mediodía finalizan los intercambios. De aquí un mes, justo antes de un gran encuentro de coleccionistas que se prepara por el día 9 de abril, se tronaran a encontrar en el mismo lugar pero con nuevas adquisiciones.

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