La presentación reciente del libro autobiográfico Soy un cero a la izquierda, memorias de un cura cabe allá y ninguno aquí (1930-2012, de padre Joan Subirà y Rocamora, que fue vicario de la parroquia de Sant Josep en los años 1955 al 1957, a la Biblioteca Antoni Comas, ha propiciado la recuperación de una obra inédita del dibujante Manuel Cuyàs. Los hechos de que hablamos se remontan a la segunda mitad de los años 50 del siglo pasado. Con motivo de la celebración de la Semana del Amor, del 12 al 16 de marzo de 1956, al vicario padre Joan Subirà se le ocurrió hacer una auca encargando el texto, los pareados, a padre Josep Serra y Janer, sacerdote consiliari entonces de las monjas caputxines, y los dibujos a Manuel Cuyàs. La imprenta Minerva imprimió los ejemplares pero cuando estaba a punto de repartirse el rector padre Pere Solà lo prohibió su distribución. Al libro mencionado se explica de pe a pa como fue: Faltaban dos o tres días para el final de la semana de la juventud cuando una decisión del rector de Sant Josep paró la distribución de la auca. Padre Pere, a petición de la exseminarista y feligrés incondicional Josep Varela, había encontrado indecente o moralmente peligroso uno de los dibujos. Era la ilustración en lo referente al viaje de novios, cuando los acabados de casar se meten en la cámara del hotel. La ilustración sólo reproducía una puerta cerrada de donde salían un par de corazones humanos como proyectiles que atravesaban puerta y paredes. El rector pagó de su bolsillo las tres mil pesetas que había costado la edición de la auca a cambio de destruir los ejemplares imprimidos. Yo no resistí la tentación de quedarme secretamente media docena. Y efectivamente padre Joan Subirà ha guardado hasta hoy este puñado de ejemplares gracias al cual hemos podido recuperar uno de aquella Auca de una pareja sin medio gramo de chaveta que haciendo el asno y el búho acabó como Dios no lo quiere.
Visto hoy, con la perspectiva de más de medio siglo, nos puede hacer sonreír irónicamente viendo la estrechada mentalidad moral católica que impidió que esta auca viera la luz.
Coincide en el tiempo de la exposición de la imagen restaurada que Jordi Arenas hizo de la Virgen María de la Soledat. (1946), de la que habla a CAPGROS en Francesc Masriera con conocimiento de causa, y que un sector católico más ortodoxa e intransigente rechazó por su sensualidad, su proyección demasiada humana. Se prefería ofrecer una imagen asexual, irreal, artificiosa. Y fue desterrada.
Ambos ejemplos son un fiel reflejo de la doctrina moral del nacionalcatolicismo imperante a lo largo de la dictadura que el país sufrió entre los años 1939 al 1975.
Sostengo que en aquella época vivimos bajo el yugo de unos valores morales reaccionarios propios de la Inquisición. La buena entente, la connivencia, existente entre el franquismo y la Iglesia Católica trajeron al país a un régimen opresor, castrando, donde el clero imponía una moral ultraconservadora que te hacía sentir culpable de muchas cosas pero sobre todo en el sexo. Por mimetismo la familia seguía esta doctrina, especialmente por el que hacía a las chicas. Por cuentas de facilitar información sexual se optó por la represión, el sentido de pecado, la ignorancia más absoluta. La moral católica imperante abonaba la separación de sexos a las escuelas, la virginidad hasta el matrimonio, que la relación carnal sólo era para tener hijos y que un golpe casados había que vivir juntos hasta que la muerte os separe a pesar de la familia, la pareja, fuera un infierno. Las apariencias, la hipocresía estaban por sobre la sinceridad. Vivir fuera de estas reglas era socialmente mal ver. Y no hablamos de la homosexualidad perseguida con sanya y, peor todavía, la vida de parejas del mismo sexo. La pederastia clerical entonces simplemente no existía.
Viendo el auca recuperada de padre Serra y Janer y de Manuel Cuyàs o la imagen restaurada de la Virgen María de Dolors, humanizada, de Jordi Arenas se puede optar para sonreír benévolamente o para meterse las manos al hacia el ver qué era el clímax moral de fecha reciente más de medio siglo imperaba en casa nuestra.
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