Xaubet

Hèctor Xaubet

Profesor y sociólogo

El problema de la seguridad

Mi barrio, Rocafonda, últimamente ha visto algún enfrentamiento violento además de la delincuencia común, y no son pocos quienes establecen una relación, a menudo populista, entre la inseguridad y la inmigración. Pero tenemos que intentar no coger miedo y ser prudentes.

Seguramente es cierto que algunas prácticas delictivas están ligadas a ciertos grupos, pero reconocer esto, cosa que también tenemos que hacer desde la izquierda, no soluciona el problema. Abordar el problema no quiere decir señalar los de fuera como criminales por defecto, sino comprender dos cosas. En primer lugar, no dejarse llevar por los discrusos alarmistas que pueden dar la impresión que vivimos a la selva, cuando no es así y cuando de manera general la valoración de la población catalana actual de la seguridad en sus municipios es la más alta de los últimos 15 años. Más todavía, sólo un 9,5% de los catalanes considera la inseguridad ciudadana un problema, además de 20 puntos de diferencia respecto del paro.

Y en segundo lugar, quizás es mejor prevenir el mal que curarlo. Para hacerlo hay que entender y sobre todo abordar el contexto, puesto que la gente actúa según las circunstancias donde se encuentra: no es casualidad que a Rocafonda la renta mediana por persona se situiï en aproximadamente sólo 7.000€ (diez mil menos que en el centro de la ciudad), ni que el barrio de La Mina esté entre el 1% más pobre de Cataluña. En efecto, las diferencias de origen están atravesadas y condicionadas por una cosa todavía mucho más profunda: la diferencia socioeconómica.

Así, si bien no nos tenemos que tapar los ojos desde la izquierda, tampoco tenemos que simplificar el problema y perseguir el culpable como persona que ha delinquido y punto. Por eso no nos tenemos que fiar de salvapàtries que hablan de los "españoles o catalanes de verdad" por oposición a los extranjeros, como si nohubieran unos cuántos autóctonos que han puesto sus sucias manos en el erario público y, así, han puesto en peligro la seguridad cívica de todos los ciudadanos. Es más, seguro que no sentiréis estos mismos salvapàtries, que demuestran su indecencia democrática exigiendo que cuelguen de la farola más alta un pobre delincuente común, exigir también el mismo respecto de un empresario negligente a quien le sale más barato no comprar un casco y un arnés, por ejemplo, a sus empleados. Debido a ello han muerto más de 250 trabajadores al Estado en el que traemos de año. Y esto, amigos míos, también es inseguridad.

En definitiva, quizás tendríamos que parar más atención a la desigualdad económica, verdadero responsable de la inseguridad, que no a los discursos revantxistes que a menudo provienen de personas que viven en mansiones alejadas del resto de mortales, o son pagadas por personas queviven, desde dónde, conscientemente o no, se benefician de la desigualdad del pueblo.

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