José Lluis Pinillos en su libro sobre la modernidad "El corazón del laberinto", dice que fue Ireneo en el siglo II quién definió el progreso como el espacio donde la diferencia entre el pasado y el futuro es cualitativa, verdadera y no ilusoria. De esta definición hemos vivido diecinueve siglos, en el menos en el mundo occidental. Y ahora?. Hay menos guerras (y menos muertos) que nunca, hay más personas con acceso a la sanidad, la educación o a servicios sociales que en cualquiera otro momento de la historia, nunca como por ejemplo los derechos de las personas, del medio o de los animales ha sido más garantizado, los derechos políticos y de libertad también, o inclús las de orientación sexual y la igualdad de género.
Pero el progreso por su estructura dialéctica, como nos enseñaron los maestros Bakunin, Marx, Proudhon o Engels y otros, significa lucha y superación constante. No tenemos fuga ni alternativa, tenemos que seguir luchando para mantener los adelantos y tenemos que seguir luchando para ampliarlos y mejorar la situación humana. Porque el progreso no es lineal.
Inciso: fijémonos que en la concepción de progreso dejamos envara virtudes religiosas como el honor, la gracia, el heroísmo o la gloria..
A pesar de que los indicadores mencionados son claramente positivos, se ha instalado la percepción general que el mundo va a peor. Los telediarios son llenos de catástrofes, de escándalos políticos o económicos, de abusos... casos reales pero ademanes en contexto, claramente minoritarios. En la disciplina que trabajo, los economistas refutats son aquellos que anticipan crisis. Los politólogos, algunos de ellos ahora ya diputados, se han hecho un nombre a partir de decir que todo estaba pudrido y. Incluso si uno quiere ser un crítico respetado, literario o de cine, el que tiene que hacer, sobre todo, es una critica despiadada sobre la obra a tratar. Y para ser considerado un profesor dirigente, la tasa de suspensos tiene que ser elevada. Para no hablar de las corrientes nacionalistas, que no paran de avisarnos sobre la apocalipsis. El pesimismo vende, atrae y rodea cada vez más nuestra percepción del mon. Pienso que es una estrategia premeditada. Progreso comporta igualdad y esto se vivido como una derrota por las llamadas derechas.
Pensar que todo el mundo es potencialmente malo o corrupto es la mejor manera de socavar la confianza en la condición humana y destrozar la idea de fraternidad. Lo han llevado a la práctica VOX en Andalucía con un rotundo éxito electoral.
Por eso me rebelo verso la idea que nada tiene remedio y que vamos hacia peor. Dejamos el pesimismo y la tristeza para los apocalípticos, los nacionalistas y los conservadores que fundamentan su discurso alrededor del miedo y de enemigos externos.
Recuperamos el sentido de progreso como concepto, defendemos aquellas opciones que piensan en la mejora de la situación humana. Mantengamos la idea de progreso e incorporamos la ecología , el ocio, la cultura o la salud.
Cómo decían los clásicos mencionados más arriba, luchar por el bien común es nuestra esencia como essers con conciencia y moral. Poner fronteras a partir la desconfianza en la condición humana es la bandera de la derecha del siglo XXI. Y como decía en Raimon, "nosotros no somos de ese mon".
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