Pere Pascual

Pere Pascual

Crítico de arte

El sentimiento escultórico de Ricard Jordà

Demasiadas veces empleamos la palabra artista de forma torpe, sirviéndonos como calificativo por aquel que si bien tiene oficio no dispone del componente creativo que hay que exigir a todo aquel que desea ser honorado con tan noble calificativo. Un error a buen seguro por el hecho de mantener el sentimiento del origen griego de la palabra que no es otro que téchne (técnica).

Artista es aquel que además de dominar técnicamente el medio de creación es capaz de expresar, comunicando sus sensaciones y emociones de la manera más adecuada en todos y cada uno de sus momentos creativos. Una definición que todos entendemos se escau perfectamente a Ricard Jordà.

Apoyado en un esfereïdor dominio del dibujo, trasladado hábilmente a la albañil y el sentimiento pictórico, Jordà ha elaborado una carrera artística de más de 50 años, en una fidelidad verso la pintura, y en ella, la pintura crítica y social, confegint un idioma plástico personal del todo inconfundible.

Ahora pero, y por varias circunstancias, especialmente por haber caído en un cierto aburrimiento pictórico, pues dice él que ya ha perdido el misterio de su propia creación, y ya al empezar sabe como y de qué manera irá el camino creativo, Jordà se ha tirado desatado por los caminos de la tridimensionalitat, unos caminos nada nuevos para él puesto que los ha practicado de manera complementaría en el decurso de toda su carrera artística.

Una tridimensionalitat afianzada ahora en el ensamblaje en manera de cierto collage, de los más diferentes objetos que encuentra y compilación a partir de los cuals aparecen mágicas nuevas lecturas. Siguiendo perfectamente los caminos definitorios del arte pobre (Las obras de arte pobre suelen ser instalaciones espaciales hechos de materiales "pobres", es decir, habituales y cotidianos - tierra, vidrios rotos, madera, hilos, etc-, y también residuos sin valor). Se caracterizan también por la voluntad de ocupar el espacio y de exigir la interacción y participación con el público. Miran de provocar la reflexión entre el objeto y su forma mediante su manipulación y no sólo la observación.

Una definición seguida de pe a pa por el artista que juega con los materiales dándolos nueva vida y rehaciendo su hacer, funcionalidad y lenguaje. Y lo hace no de manera amable para convertirlos en elementos dulcificados, en bibelots estéticos y placientes, lo hace siguiendo la paramétrica de su pintura, de su contexto de entender que el arte sólo lo es cuando consigue neguitejar, interrogar y motivar al espectador.

Unas condiciones que se cumplen con creces en esta exposición, y en todas las piezas guardadas en su taller y las que todavía no han sido creadas. Unas condiciones que reúnen unas obras que demuestran de manera contundente la capacidad artística de Ricard Jordà que va más allá del concepto téchne griego para lograr la capacidad artística llena.

Y todo, desnudándose para llegar al muelle del sentimiento de los espectadores en una atracción y seducción mutua con una sola motivación común: el arte.

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