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Sílvia Ruiz

"En Canadá puedes disfrutar del sueño americano en una sociedad sin armas y con sanidad pública"

David Fernàndez. Ingeniero de telecomunicaciones a una empresa de Toronto

David Fernàndez es ingeniero en telecomunicaciones. Este mataroní de 34 años aterrizó en Canadá a principios de agosto del año 2012 después de que una empresa le ofreciera un contrato de trabajo por medio de una red social orientada a profesionales. "Un jueves dejé el trabajo que tenía en Barcelona, el viernes acabé la mudanza, el sábado volé a Toronto y el mismo lunes empecé a trabajar", recuerda. Toronto, donde sigue viviendo, es la ciudad más grande del Canadá y capital de la provincia de Ontario.trabaja como programador de aplicaciones móviles en una empresa con un buen ambiente de trabajo y confianza. "Somos 35 ingenieros y hacemos aplicaciones para los servicios de Internet de la banca", explica, añadiendo que "los horarios son muy flexibles y se respeta la conciliación familiar". A pesar de la distancia, en David acostumbra a conectar a menudo las cadenas de televisión catalanas. Pero, sin duda, para él "lo mejor es poder venir uno o dos golpes al año y reencontrarme con la ciudad".

Por qué decidiste marchar?
La startup por la cual trabajaba en Barcelona me envió a San Francisco para colaborar en la apertura de una oficina comercial. Allá reencontré amigos que habían estudiado conmigo y de aquí surgieron las ganas de viajar y conocer mundo. Un golpe volví a Barcelona una empresa de Toronto me ofreció un contrato.

Te has adaptado bien?
Es fácil adaptarse en la ciudad si tienes trabajo. Es muy común hacer amistad con gente otros países y esto te da nuevas perspectivas. Además, tenemos un grupo de catalanes que quedamos un golpe al mes. Mis hobbies son esquiar en invierno, jugar a fútbol 7 y ver el Barça con la Peña Azulgrana de Toronto. En el sector tecnológico, en Canadá puedes disfrutar del sueño americano dentro de una sociedad sin armas, con sanidad pública para todo el mundo y con leyes de inmigración más asequibles.

Qué es el que más te ha sorprendido?
La gran diversidad de personas y culturas que hay a Toronto. Por ejemplo, al trabajo hay un vietnamita, un nepalés, un indio, un italiano, un portugués y una quebequesa. Además, aquí hay mucho respete entre las personas, la gente es muy educada y los niveles de delincuencia son muy bajos. También destaco la facilidad para hacer negocios debido a la poca burocracia y a la baja presión fiscal.

Qué diferencias has notado respecto a la vida aquí?
El transporte público es muy precario incluso en el centro de la ciudad. Echo de menos una cultura propia del país, en Europa tenemos tradiciones milenarias y aquí el país es tan joven que podríamos decir que todo el mundo es inmigrante. Por otro lado, en invierno bajar de los 20 bajo cero es lo más habitual.

Alguna anécdota?
El tercer día de trabajo cogí un tranvía en dirección hacia el oeste en ninguna parte de hacia el este y me dormí. Cuando desperté no sabía donde era, bajé y le pregunté a una mujer grande como ir al barrio de mi trabajo. Me vio tan perdido que me metió dentro de un tranvía y me pagó el pasaje. Me sentí muy contento de haber escogido este país donde la gente se ayuda mutuamente.

Qué echas de menos?
Sobre todo la gastronomía catalana y el clima mediterráneo. Me he dado cuenta que tenemos una cultura muy arraigada alrededor de la comida y de la familia y, en cambio, aquí la gente consume siempre comer rápido y para llevar. También añoro mucho la montaña, el mar y la facilidad que tenemos de movernos. Aquí las distancias son muy grandes, de hecho la provincia de Ontario ya es el doble de grande que todo el estado español.

Piensas volver a Mataró?
Vivir en el extranjero tiene muchas cosas buenas pero también tiene algunas sombras y yo creo que estoy empezando a sufrir el proceso de desarraigo. Pero, como dice Lluís Llach, "cuando sales a hacer el viaje tienes que rogar que sea largo, pleno de aventuras y conocimientos".

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