Sabía que mi compañero de bachillerato a Santa Anna Ramon Vilalta había vuelto al pueblo. Y sabía por la prensa quehabía sido alcalde. Sant Jaume de Frontanyà es aquel pueblecito pequeño, donde Pasqual Maragall proclamó el Estatuto de 2006 el día que entraba en vigor, y íntegro, por poco tiempo. Era y es el municipio más pequeño de Cataluña. Entonces con menos de 30 habitantes y ahora ya con 31, con la nieta de Ramon Vilalta y Clotet acabada de nacer, como detrás alta al padrón.
Cuando Maragallfue, aquel 9 de agosto de 2006, Ramon Vilaltaera alcalde. Lo fue de 2003 al 2011, en régimen de Consejo abierto, aquel en que sólo se vota la cabeza del municipio y todos los mayores de edad del pueblo forman asamblea decisoria. Más tarde se cambió el sistema y ahora se eligen tres regidores, uno de los cuales es votado como alcalde.
Vilalta había pedido en más de una ocasión al presidente de la Generalitat que visitara el pueblo. Este no se lo negaba, pero no se concretaba nunca. Un buen día recibe una llamada de Presidencia y le dicen que presidente subirá a proclamar el nuevo Estatuto. Fue una genialidad de Maragall. Quería indicar que Cataluña es todo el territorio, y también los pueblos pequeños, sean de labrador o de montaña. He visto las fotos de aquel día, con un satisfecho alcalde junto a un presidente en su mejor momento, y con otras autoridades. A la misma hora, desde Mataró y por la radio del coche, yo estaba siguiendo el acto con interés, sin ser consciente de todo el que vendría después.
Sant Jaume de Frontanyà es un lugar casi paradisíac: apartado, elevado, todo el aire es puro. Tienes la sensación de encontrarte en un lugar donde sólo se puede ser feliz. Hemos llegado al pueblo viniendo por Ripoll y la carretera Las Llosses, haciendo los últimos 9 km por la vía que conduce en el pueblo, en perfectas condiciones. Me presento a la Fonda Hace falta Marxandó, que Vilalta regenta, de herencia familiar, con más de 150 años de historia. Yo sé que lo encontraré, él no. Lo identifico y me conoce enseguida: hemos cambiado, pero se ve que no tanto. Cuando saluda mi mujer le dice si todavía soy terco y que era de los pocos que hacía frente (es un decir!) a los profesores. Yo no soy consciente ni de una cosa ni de la otra, pero si él lo dice...
Hagamos un magnífico comer al aire libre con un sabroso vinet de la casa y café para rematarlo. Me enseña una foto con algunos compañeros del curso que conformaban un buen equipo de fútbol: Joan A. Prat de portero, Antonio González de central, Merlos, Santi Fradera de extremo izquierda, De Castillo, Rigual, Espàrrach. Alguno se ha dedicado al deporte, algún otro a la música, a la restauración, la banca, la empresa familiar o social, y alguno ya es muerto.
Ramon Vilalta vivía en Premià de Mar en casa de unos tíos y estudiaba a Santa Anna. Vendía con el autocar del colegio, que conducía el señor Josep Orozco, y estaba a media pensión. Buen alumno, responsable, buen compañero con todos, a pesar de venir de un pueblo tan pequeño y con dinámicas muy diferentes de la industrial Mataró. Era sencillo y cercano, hablaba en plata, sin segundas intenciones. Acabado el bachillerato elemental (a los 15 años) estudió Profesorado mercantil (que sería cómo Empresariales de ahora), el que le permitir entrar a trabajar en una naviera y después en otra compañía. Hace 40 años que volvió al pueblo.
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