'Queremos ser el que querríamos ser y no aceptamos ser el que somos'. Así definía Rosa (Clara Segura) en medio del escenario elentortolligat y la complejidad del talante humano, pleno a rebosar de contradicciones. Segura, como ya demostró a Madame Melville a Borràs, se vuelve a meter en la piel de un personaje que juega partidas con un amor imposible. El amor es uno de los sentimientos más rocambolescos, un pozo de solidaridad y seducción, pero a la misma vez de traición y burla. La Espera plasma con tacto y delicadeza el papel que juega el amor en la condición humana, todo ello dentro de una situación que no se escoge y que no se estima, pero que por destino o por azar permanece a nuestras vidas. La prisión de este mundo etéreo se representa en una sola cámara aristocrática donde pasa toda la acción. Una cama de confesiones íntimas, una mesa de secretos escondidos y un espacio de giro argumental donde la acción danza libremente. Attrezzo sencillo, pero elegante. Rosa y Cornelia (Marta Marco) no se pueden ni ver al principio, pero el amor irá calando en la piel de cada una, siempre rodeadas de una lírica ejemplar. Este aprecio finalmente se diluirá como un pellizco de pan tirado al mar y por algún motivo no culminará en el camino anhelado. La lucha de la voluntad frente a la realidad hará que el amor acontezca traición.
La historia se sitúa en la Venecia del siglo XVIII, en el marco de una familia noble. Además del amor, los temas que afloran durante la obra son la maternidad, lainfidelidad, la muerte y la relación entre la plebs y la nobleza. Clara Segura hace el papel de una serventa humilde y de pocos recursos que no sabe ni leer ni escribir. Isabel Rocatti (Nodriza), lo acompaña en los trabajos de palacio. Por otro lado, Cornelia es la hija mimada y caprichosa de una familia aristocrática que mata las horas de aburrimiento haciendo paseos por el césped del jardín y que por su condición puede menudear Carnestoltes donde la máscara veneciana es la protagonista. La diferencia de clases no se percibe en el amor, pero toma importancia en unas vidas que no encajan. Aun así, las descripciones sublimes de los affaires de Rosa y Cornelia son el clímax poético de la obra, haciendo uso de un lenguaje preciso y muy cuidado.
Remo Binosi nos brinda un texto dramático que ya se dejó ver durante el otoño del año pasado al Teatro Libre de Barcelona en una sugerente adaptación de Juan Carlos Martel Bayod. En conjunto, el equipo consigue que la obra sea después agradecida por un público entregado. Según pasan los segundos se va cogiendo el mensaje de la obra, y el hilo conductor se va adelgazando para desembocar en un consuelo final. La Espera dejó ver el sábado día 5 de mayo en el Teatro Monumental una lucha entre la razón y la pasión, entre el ego y el alter, un juego de intensidades desigual. Al fin y al cabo, todos los ingredientes que, a menudo, se pueden dar perfectamente en una relación donde el elemento reinando es el amor.
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