Hay momentos a la vida de una persona, organización o país que requieren un punto de inflexión, una acción determinante, un cambio significativo. Probablemente porque habremos llegado a este punto después de emplear estrategias evasivas, desatendiendo síntomas de un deterioro a la salud, la moral, la relación o la eficiencia. Información valiosa en forma de emociones, conflictos, indicadores de salud, de clima social o de rendimiento.
Es el que denominamos crisis, los suena? Ya sea crisis de identidad, de pareja, familiar, de empresa, institucional o global. En cualquier de los casos prolongar la situación sólo comporta empeorarla, cronificar-la, enfermar el sistema y entrar en círculo vicioso.
Cómo sabemos, sólo aprendemos por comprensión o sufrimiento. Cómo dijo recientemente Àlex Rovira cuando visitó nuestra ciudad con motivo de los 100 números de la revista Valores, aprendemos por convicción o compulsión. Pues bien, a todas luces nuestra crisis es sistèmica, y está claro que algo vital todavía no lo hemos aprendido, ni por comprensión ni por convicción, y nos encontramos claramente en una fase de sufrimiento.
Por lo tanto basta de estrategias evasivas, de fugas adelante y de parches provisionales. Una situación crítica requiere una solución crítica, que verdaderamente significa la ocasión más oportuna que hay que aprovechar o atenderse. Y, si me permitís tomar la acepción física: condiciones a partir de las cuales se inicia una reacción nuclear en cadena.
Así que, desde todas las organizaciones, y la persona es una organización en sí misma, tenemos que tomar conciencia que las soluciones que nos demanda la situación actual no pueden ser lineales, sino que tienen que comportar un salto cuántico, un shock de modernidad. Elementos como el coraje, la determinación, la cooperación, la solidaridad, la justicia, la imaginación, la creatividad y la inteligencia emocional son buenas medicinas para un sistema enfermo. El que resulta del todo inadmisible es continuar satisfaciendo los vicios del sistema con agravios comparativos, injusticia, indolencia y competitividad.
Tenemos la ocasión más oportuna para iniciar un círculo virtuoso, una reacción nuclear en cadena. En pequeño formato se está dando, mucha gente se está reinventando, emprendiendo, imaginando, impulsando alianzas y proyectos, siendo consecuente y asumiendo las consecuencias de sus propios cataclismos. Pero el factor exponencial es el entorno, las estructuras que nos hemos dotado, por lo tanto es en los ámbitos de poder donde corresponde asumir la mayor parte de responsabilidad y reinventarse, de forma valiente, creativa, honesta y ejemplar.
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