El el pasado domingo tuve ocasión, como un aficionado más, de ser presente al partido que decidía el ascenso a la segunda división estatal B de fútbol del Club Deportivo Mataró.
No hablaré del resultado deportivo, a pesar de que no me puedo estar de decir que un equipo completamente nuevo, como era lo del Mataró, ha demostrado que con ilusión y convicción se puede llegar muy lejos, a pesar del presupuesto sea muy inferior al de los competidores. Felicidades también por eso a la Junta Directiva, al Equipo Técnico y, muy especialmente, a los jugadores.
Pero del que quiero hablar es de la actitud del público de Águilas, última población murcina antes de llegar a tierras andaluzas. Sólo llegar, con el partido para empezar, ya sentíamos aquello de asquerosos catalanas, "aquí se habla españñññol, esto es Españññña. Los cantos del seguidores del equipo local, muchos venidos de más de 150 kilómetros de distancia, con el viaje pagado, camiseta y gorra incluida, eran de Viva España... seguramente ni conocían el himno del equipo que animaban. Ante esto, una cincuentena de mataronins, la mitad jóvenes, con banderas del equipo, de la ciudad y de Cataluña, con tambores y megáfono, vestidos con la camiseta amarillo y negro, quedaron afònics animando sus jugadores. Teóricamente protegidos por la Guardia Civil, y dique teóricamente porque alguno no podía esconder la sonrisa ante los insultos de los seguidores locales, siguieron los jugadores hasta el vestuario, haciendo que uno a uno, todos los jugadores, el entrenador y resto de personal técnico, salieran a saludarlos y abrazarlos después de una derrota justificada sólo por la suerte del local, que una sola vez vio, sin saber demasiado como, que la pelota se colaba a nuestra portería.
Contados con los dedos de las manos, algunos aguileños nos saludaban y pretendían disculpar al personal.
Ningún complejo, mucho de orgullo de mataronins y de catalanes, pero sobre todo, una lección de educación por los de Águilas. Esto trajeron los jugadores y los seguidores del Mataró. Fueron veintiséis horas fuera de casa, dieciocho de alto de un autocar, volvimos sin la victoria, pero con la emoción de tener un equipo que trabaja, que lucha, que hace piña y que sabe agradecer el apoyo que recibe.
Ahora sólo nos falta una cosa: el campo. El deporte no se acaba con los resultados, y los del CE Mataró han sido excelentes esta temporada, el espíritu deportivo demostrado por los de Mataró domingo es todavía más importante y esto merece un reconocimiento. A la hora de comer un tema de conversación: por cuando el nuevo campo? En el Mataró sólo le falta disponer de un equipamiento adecuado, un equipamiento que, además de permitir la práctica del fútbol, ayude a hacer afición y ayude a dar una buena imagen de la ciudad, una imagen que los seguidores y los jugadores ya estando dando por todas partes donde van.
Felicidades!
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