Manuel Cusachs

Hace 300 años, una reina estuvo a mataró

Hace 300 años, como si de un cuento de hadas se tratara, llegó a Mataró – un 25 de julio de 1708 - una reina, con toda la pompa y parafernàlia que requiere un acontecimiento como el que vamos a rememorar.

Aquí conoció el que ya era su marido dones se habían casado por poderes con el Archiduque Carles de Austria que estaba en Barcelona y que entonces era el oponente dinástico de Felip V. El país estaba a las puertas de la guerra de Sucesión que se decantaría por el borbó que impuso el Decreto de Nueva Planta.

La reina, que sólo tenía 17 años, se decía Elisabet Cristina de Brunswick y Vuolfentbuttel se trasladó a nuestro país, desde Austria vía Milà y Génova. Allí, el día 13 de julio embarca vía Mataró escoltada por la armada británica.

El motivo de escoger nuestra ciudad fue para darle unos cuántos días de tiempos para rehacerse del viaje antes de efectuar la entrada en Barcelona. La casa escogida fue la de Jaume Barón, a la Riera, donde ahora hay la tienda Zara.

Las autoridades locales se las hubieran para estar a la altura de las circunstancias y el Consejo resolvió de nombrar una comisión. La mencionada comisión seinvirtió - y mucho - proyectando toda una retahíla de cosas cómo: “la construcción en la playa, ante la calle de Sant Antoni, de un puente de 216 palmos de longitud con unos escalones al final para hacer más fácil de subir desde el agua; el levantamiento de unos arcos a la entrada de la referida calle, y a su salida, cuatro columnas sosteniendo un cimbori. La plaza existente entre la calle de santo Antoni y el portal de Barcelona (futura plaza Santa Anna) fue proyectado de transformarla parte en un jardín y parte en bosque, con un brollador de dónde, en lugar de agua, manara vino, como símbolo de la fertilidad del terreno mataroní. A la entrada del referido portal fue ideado de poner dos hornacinas con los retratos del Archiduque y su mujer, con unas décimas debajo. Al mismo lugar tenían que tomar lugar doce niñas vestidas al estilo de las amazonas de la antigüedad clásica, las cuales, al momento de pasar Elisabet Cristina, le dispararían flores con sus arcos y le darían la bienvenida con versos ingeniosos. Esta historia la sabemos gracias a la tarea meritoria del historiador Joaquim Llovet a su libro “Mataró, 1680-1719: el paso de villa a ciudad y ninguno de Corregiment” (Premio Iluro, 1965).

Y Josep Fradera y Soler ha hecho subir al escenario el acontecimiento con la obra “Mataró 1708, proveedor de la Real Casa”. Premio de Teatro “Joan Santamaria”, en 1982. En una décima dice :

El pueblo se esgargamella
y trabaja como un loco
por el deleite de ser el estuche
de tan graciosa poncella.
Esta reina doncella
llegará a Mataró
y toda la población
hará la tarea precisa
para ser el estuche de Belisa
y del Rey, Nuestro Señor.

25 de julio: llegada de Elisabet Cristina
Aquel 25 de julio de 1708 de buena mañana “fue descubierta la flota inglesa trayendo viento favorable. A continuación vararen al agua la fragata. Una vez al desembarcador entre aclamaciones de la gente, el jurado en ninguno, Josep Reniu y Padrón, le dio la bienvenida.

Todo Mataró estaba en la calle para no perderse un detalle de la comitiva real la cual se dirigió a la iglesia parroquial de Santa Maria donde seentonó un “Té Deum” y un golpe acabada esta ceremonia, Elisabet Cristina, se trasladó a casa de Jaume Barón, de la Riera:

La gente se apilonava ante la casa de Jaume Barón y las crónicas dicen que Elisabet Cristina tuvo que salir varias veces al balcó para corresponder a la multitud..

En la crónica de la llegada y de la primera noche de la reina Elisabet Cristina en Mataró no fue precisamente plácida. Aparte del bochorno quedebería de hacer pasó “una noche inquieta, martirizada por los mosquitos y que se quitó con el rostro taladrat cómo quién tiene un sarampión o la viruela, por el hecho de no haber sido prevista una mosquitera”, según Joaquim Llovet. A pesar de este contratiempo el programa previsto no se vio alterado y a las 11 de la mañana ya tenemos la reina camino de Santa Maria donde asistió a misa.

El día siguiente, día 27, fue puesta una vela ante la casa donde se hostatjava para atenuar los rayos de solo, que herían demasiado directamente el Arxiduquessa.

El día 28, a mediodía, llegó de Barcelona el archiduque Carles de Austria. Se paró en la casa de Marià Jofre, a la Riera, y “después de haber repuesto Carles se dirigió a “Palau”, que así se conocía la de Jaume Barón donde vio por primera vez quien era su esposa que, cómo hemos avanzado, sólo conocía por el retrato de un medallón.

El Arxiduquessa, el día 29, fue nuevamente a la iglesia del convento de los carmelitas (Sant Josep) donde oí tres misas seguidas, con exposición del Santísimo. Por la tarde, después de recibir una visita de los síndicos de la catedral de Barcelona, visitó el convento de las carmelitanes donde quiso quedarse unas deixuplines (objeto para flagelarse), cilicis.

El día siguiente, día 30 de buena mañana el Archiduque volvió a Mataró pasando el día a “Palacio” con su joven esposa Elisabet Cristina. Por la tarde Carles devuelve en Barcelona. El día siguiente la reina marcharía en dirección a Barcelona a las cuatro de la madrugada. El Consejo se encargó de transmitir parte del equipaje de la Reina y de su cortejo por mar.

El coste de la estancia de la reina Elisabet Cristina en Mataró subió además de 6.000 libras. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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