Ibrahim fotografiado ayer por la tarde.
Ibrahim fotografiado ayer por la tarde.

Joan Salicrú

Ibrahim o la historia de un joven senegalés cualquiera

Un inmigrante llegado hace cuatro meses en Mataró explica su historia

Podría ser la historia de cualquier inmigrante pero en este caso lo explica Ibrahim, un joven senegalés de 25 años llegado en Mataró ahora hace cuatro meses después de un llarguíssim viaje de siete años desde su Cassamance natal. El protagonista de esta historia estudiaba derecho en la capital, Dakar, pero en casa suya no tenían dinero para seguirle pagando la carrera y decidió emprender el vuelo hacia la soñada Europa, dejando atrás padres, dos hermanos y dos hermanas.

Ibrahim atravesó todo África bien andando bien en coches pasando por Malí, Burkina Fasso, Níger, Libia, Argelia y Marruecos. Llegar hasta aquí no fue fácil, asegura, pero si en comparación con las veinte veces que explica que tener que hacer el viaje entre la frontera marroquí y la costa de este país. La policía lo pillaba y lo volvía a la frontera con Argelia. Así, jugando al gato y la rata, durante dos años y medio. Explica que ha llegado a hacer seiscientos kilómetros andando. Y mientras lo dice no para de sonreír, orgulloso de su gesta.

El 27 de septiembre de 2005 saltó la valla que separa el Sur norteño, en Melilla. Apunta con satisfacción que hacía seis metros y cincuenta centímetros. Al otra lado de la valla, ya en territorio español, lo recogió una ONG que se llama ACCEM, que lo trajo en un centro de acogida en Fuerteventura, en Las Canarias, y posteriormente lo enviaron a la península, primero en Madrid y después en Barcelona. Tenía unos conocidos de unos amigos en Mataró y decidió venir hacia la capital del Maresme.

Vive -prácticamente sólo duerme- en un piso de Cerdanyola donde lo han acogido estos compañeros, senegaleses como él. Durante el resto del día se dedica a buscar trabajo. De dinero notiene pero de tiempo si de forma que va a pie por los pueblos de la comarca a ver si encuentra trabajo. De momento ha ido hasta Calella, Argentona, Premià de Mar, Vilassar de Mar... pero no ha habido manera. Ahora, en Mataró mismo, ha encontrado un pequeño trabajo repartiendo octavetes del Comercio Justo, aquel que tiene que permitir los agricultores del Sur salir adelante cobrando unos precios justos por su trabajo. El que querría Ibrahim es encontrar un trabajo fijo pero sobre todo que le hagan un contrato de trabajo y, de este modo, repetir el viaje que ha hecho durante estos siete años pero de forma legal. "He sentido que hay gente que lo conseguido o sea que yo también lo intentaré", explica mirando en el tierra.

No para de sonreír mientras estira el carro donde trae los folletines que reparte. Cuando se le pregunta cómo es viene a decir que es una persona optimista y que no tiene que temer nada. A pesar de no tener papeles: "Yo no he robado ni he hecho nada, por lo tanto no tengo que tener ningún problema", comenta recordando la frase de un libro que leyó hace tiempo. Finalmente desaparece Ronda Alfons XII hacia abajo. Ya es el anochecer pero seguirá trabajando todavía un buen rato. Le ha costado suficiente tiempo llegar aquí como por ahora no aprovechar el tiempo. Que tenga suerte; le hará falta.

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