Cuando acabo de leer un libro continúo teniendo una sensación mágica que no sé explicar: aquella sensación de haber compartido con el escritor, en estricta intimidad, la exclusividad de la atención mutua. El lector, en soledat y durante horas, aboca sus sentidos únicamente al libro, mientras que el escritor, de alguna manera, también lo ha sido haciendo, en algún momento, cuando lo escribía. Muñoz Molina dice que "el tiempo que las novelas exigen lo devuelven de sobra: en unas horas de lectura, el tiempo se dilata alcanzando años, vidas enteras. También exigen soledat, y también la devuelven, fortalecida y habitada. Sin soledat no hay lectura verdadera". No se puede decir de forma más bella. Pues bien, el último libro que he leído lo he disfrutado de forma especial. Y reconozco que, contradiciendo levemente Muñoz Molina, no lo he hecho del a solas. "Por Francia e Inglaterra. La Y Guerra Mundial de los aliadòfils catalanes" es un libro magnífico que ha publicado recientemente mi buen amigo Joan Safont. A medida que iba avanzando en la lectura, cuando me asaltaba una idea o quería compartir un comentario, cogía el móvil y le enviaba un whatsapp a su autor. Y obtenía su regreso, de forma casi instantánea. Una sensación extraña, por obra y gracia de las nuevas tecnologías.
Cómo escribía Manuel Cuyàs hace unos meses, "Safont reúne en su persona la consideración de antiguo y moderno. Tiene sólo veintiocho años, pero se viste de una manera y se deja una barba que, visto de cerca o de lejos, ofrece la imagen exacta de en Puig y Cadafalch dibujado al carbón por Ramon Casas". Tengo que reconocer que en Cuyàs brilla en esta descripción, y comparto que el amigo Joan es un hombre de otra época, pero plenamente conocedor de la que le ha tocado vivir. En Safont, con quien he discutido de todo y a quien tengo un aprecio especial, representa, como hace poco escribía el también amigo Joan Salicrú, una "metáfora de una nueva generación sin complejos", de la que modestamente me siento orgullosamente miembro. En Safont es un hombre extraordinariamente culto, lletraferit y apasionado, y precisamente esta pasión lo hace diferente y lo ha permitido dedicar su vida a aquello que le gusta: el periodismo y las letras. Hace unos años, cuando ejercía de abogado (él dice que descubrió que la profesión no merecía un abogado tan mediocre), no se lo veía con aquella brillantez a los ojos que hoy sí luce. Supongo que, como hizo el admirado pintor Paul Gauguin, dejar un trabajo que no te gusta para dedicarte a tu pasión no es fácil, pero creo que sólo los valientes tienen derecho al éxito. Y en Safont lo tiene, este derecho. Se lo ha ganado a polvo.
No pretendo hacer ninguna crítica del libro. Sí quiero decir, pero, que ha sido muy enriquecedor conocer como vivieron muchos intelectuales de nuestro país aquella ya lejana (o quizás no tanto) Primera Guerra Mundial, con pasión y entusiasmo, sin dejarse traer por la neutralidad oficial que propugnaba el Estado, adoptando un compromiso firme y sincero por los países aleados, principalmente por la admirada Francia. Aquellos hombres que escribían a la revista Iberia, a la cual en Safont dedica su estudio, representaron un grupo de élite de la intelectualidad catalana que hoy, un siglo después, merece un homenaje: los Almendra, Jori, Rovira y Virgilio, Aguilar, Bertrana, Xammar, Plana, Junoy, Apa, Ynglada y Hurtado se mojaron por unos ideales, tomaron partido, se comprometieron. Cómo no podía ser de otro modo, por los aliados. Por Francia e Inglaterra! En días como estos que nos están tocando vivir, haríamos bien de fijarnos en personalidades como estas, que en ningún caso rehuyeron el compromiso, un valor del todo imprescindible. Un valor que el amigo Safont tiene muy claro que hay que reivindicar. Gracias por el libro, Joan. Gracias por tu amistad.
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