Es la llamada "ermita de los pescadores", a pesar de que la gente que labra la tierra, por su situación cercana a las cinco Sènies, también se lo han hecho suya y una de las imágenes más bonitas que hoy sepuede ver es de Santo Galderic, patrón los labradores catalanes. No obstante, la ermita de Santo Simó sopla 400 velas habiendo traspasado sectores y oficios y convertida en prácticamente un símbolo de toda la ciudad, y siendo un lugar que ha propiciado dos elementos muy emblemáticos de la capital del Maresme, la Coca y el sable de pastelería. "Pienso que la ermita de Santo Simó es tanto de Mataró como la Misa de Las Santas, y el culto a este santo anterior al de las santas Juliana y Semproniana", considera Joan Vives, ligado a las actividades de la ermita desde muy joven y que de manera prácticamente ininterrumpida desde el año 1980 es protagonista al concierto de música barroca que se programa por la fiesta, primero con el Trío Unda Maris y más recientemente con el Cuarteto Barroco de Santo Simó. El 1611, pues, finalizaba la construcción de la ermita y se bendecía, y por lo tanto este año toca fiesta gorda. "Queremos que sea una celebración de la ciudad, no sólo de la parroquia. Por eso pedimos a las entidades quepongan su gra de arena, que propongan actividades, y ya hemos recibido ofrecimientos de pandillas geganteres, de los Renacuajos de Mataró, o de restaurantes de la zona, entre otras", informa Josep-Joan Badia, que encara no hace un año y medio que es el rector de la parroquia de Santo Simó y de Santo Pau y le tocará gestionar el aniversario.
La idea es no cerrar un programa de actividades, sino ir anunciando los acontecimientos a medida que se vayan acordando. "A buen seguro que los meses fuertes serán entre mayo y el octubre, pero ya se han hecho algunas cosas, como por ejemplo un encuentro y plegaria coincidiendo con el primer rayo de sol de 2011, y la organización de un peregrinaje a Roma entre el 21 y el 26 de marzo para el que ya no quedan plazas disponibles", explica el rector. "A pesar de que no podemos olvidar el contexto económico en que nos encontramos, esperamos hacer una fiesta – alrededor del día 28 de octubre – con más actas que los otros años, y ya ha confirmada la presencia del arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, presidiendo la misa", avanza Julià Alzaga, diaca y presidente de la Comisión Cultural Recreativa de la ermita de Santo Simó, entidad que organiza la fiesta desde hace treinta años.
Lejos y cerca
De un estilo gótico sencillo y una fachada que desde 1951 contiene un gran esgrafiado de Francesc Serra con los personajes del Paler, representando los pescadores, y de la Maria de Mata, en referencia al campesinado – los dos gigantes de la ermita están inspirados en los de los esgrafiados - , Santo Simó ha sido lugar de romerías y encuentros a lo largo de su ya larga historia. Cuando la ciudad acababa a las murallas, ir hasta Santo Simó suponía una buena caminata. "Ahora nos encontramos que es un lugar demasiado cerca si la gente coge el coche y según cómo demasiado lejos si sequiere ir a pie. De todas maneras, pienso que la mayoría de mataronins conoce bien la ermita, y muchos aprovechan para venir cuando se hace la fiesta o por Sant Pere, día en que los pescadores hacen la ofrenda de pescado", dice Badia, que reconoce que el hecho que sólo estén las puertas abiertas durante las celebraciones "es un impedimento para qué más personasvengan y la visiten; pero de momento este tema no tiene solución, porque es un lugar un poco aislado y no podemos abrirla y tener personas queestén todo el día vigilando", expone. La nave contiene elementos de importante valor histórico, como varios exvots, sobre todo en forma de maquetas de embarcaciones y un interesante relevo escultórico del año 1691 sobre la puerta de la sacristía, o una pintura que recuerda la tragedia vivida ante las costas mataronines el 20 de diciembre de 1923. Y como no, el exvot de la Coca de Mataró, un pequeño barco redondeado; la Coca original se encuentra expuesta en un museo de Rotterdam, sin que todavía se haya sacado el agua claro de por qué navegó "" hacia Holanda, saliendo de la ermita posiblemente a finales del siglo XIX y pasando por varias manos antes de exponerse al Maritime Museum Prins Hendrik. La que se puede ver a la ermita es una reproducción y donación que hizo Joan Tresserras el 1989.
Todos estos exvots se encuentran bajo un techo que recuerda una nave a la inversa, siendo este el elemento arquitectónico más singular de Santo Simó. Al lugar también semantiene la actividad parroquial, con catequesi y cursos de preparación matrimonial, además de la misa de los domingos. "De las grandes celebraciones católicas, la que más hacemos es la del bautizo. Muchos mataronins, aunque no vivan cerca, han sido bautizados a Santo Simó", explica el rector, mientras el músico Joan Vives considera que una manera de potenciar la ermita sería abrirla además actividades: "Dispone de una acústica muy buena, y una capacidad para un centenar de personas muy adecuada para hacer pequeños conciertos", considera.

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Un santo poco habitual
El que durando muchos años fue el presbítero de la ermita de Santo Simó, Josep Colomer, es quien más ha escrito de su historia, textos que aparecen recogidos a la publicación Sesión de Estudios Mataronins. Colomer explica como la gente de mar se encomendó a Santo Simó para hacer frente a los constantes ataques de los piratas, pero también a la peste y la hambre. No obstante, éspoc frecuente en nuestro país que un templo esté dedicado al apóstol Santo Simó, y por lo tanto el caso de la ermita mataronina es casi una rareza. Colomer da una explicación: En esta circunstancia (hambre, piratería...), el pueblo acude a la intercesión de los santos, buscando valederos. Ya no se fija en su ejemplaridad para imitarlos, el que preocupa es su grandeza y su poder de abogados protectores ante Dios. Así tendrán tanto más renombre cuanto más importando sea su rol al Evangelio o cuanto más extraordinaria sea su leyenda. Santo Simó es un apóstol y su leyenda es notable. Colomer detalla las trabas de la construcción, que califica de muy lenta, puesto que interesaba acabar la construcción de la muralla, obra que endeudó la villa y que incluso trajo, en algún momento, a prohibir cualquier otra edificación tanto adentro como fuera de la villa. Finalmente el 1611 se pudo inaugurar, y se tiene constancia de la celebración de la fiesta de Santo Simó sólo dos años después, el 28 de octubre de 1613. Desde entonces, la ermita nunca ha sufrido años de abandono, y en determinadas épocas incluso ha sido habitada.
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