El día 12 de septiembre, los centros escolares han abierto las puertas para recibir miles de chicos y chicas que, con más o menos ilusión, sehan personado para empezar o continuar sus estudios. Cada año, llegadas estas fechas, me pregunto si los alumnos son conscientes, que. atravesada la puerta de la escuela o del instituto, entran a la casa del saber, que pisan otro ámbito y que el régimen sociológico escolar merece un comportamiento concreto que propicie el aprendizaje y el discernimiento que es consecuencia de poseer el sentido de la distinción.
Esta cuestión, que se me presenta cada començ de curso escolar, se demuda en el deseo, que querríamos cumplido, que los alumnos fueran conscientes que el centro escolar es la casa del saber, del saber a enseñar y del saber a aprender. Y su comportamiento, sus hábitos y costumbres tendrían que ser notablemente diferentes de los que despliegan a veces en la sociedad en general.
En la escuela, la más vieja tradición así nos lo ha enseñado, seva a aprender. Seva a enseñar. Está claro que mientras se aprende se se educa y mientras se enseña también se forma la persona, pero no podemos confundir enseñanza con educación. Esta última pertenece principalmente a la familia y a la sociedad, que desgraciadamente, de vez en cuando, ni una ni la otra cumplen del todo su misión.
Fui invitado a visitar un instituto, a finales del curso pasado, en un barrio periférico de Barcelona, de alumnado de origen diverso y procedente de familias de nivel sociocultural bajo. Resté admirado cómo, a las nueve de la mañana, los chicos y chicas entraban con un gran respeto por la institución escolar, nada de gritos ni empujones. Tampoco formaban filas. A la puerta una profesora los daba el buen día. Me pareció que aquellos alumnos habían aprendido a saber estar y a saber ser.
Después de la primera clase, pude comprobar que el comportamiento de los mismos chicos y chicas en los pasillos era más que correcto. Tuve la sensación quehabía conciencia entre ellos, que se los había sabido enseñar que el instituto era la casa del saber. Que el régimen de convivencia y respeto era vigente allá dentro, independientemente de los avatares y circunstancias que se pudieran producir en el marco social o en el barrio donde vivían.
El respeto para la institución escolar, para los profesores, para los mismos compañeros alumnos y para el personal no docente, para la casa que los acogía, es un elemento básico para formar hombres y mujeres estudiosos y que, estudiando han aprendido el valor de poder disponer de una casa del saber.
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