Si nos gusta el mar y la montaña, a la Costa Brava encontramos combinaciones perfectas. Caminos que voltean los penyasegats con vistas al mar, siguiendo el sender GR-92, conocido popularmente como sender del Mediterráneo porque recorre toda la costa catalana, y que a su paso por la costa gerundense, coincide en algunos de sus tramos con los caminos de ronda, desde los cuals se disfruta de impresionantes vistas de la Costa Brava.
De punta a punta de la ruta, que transcurre entre Portbou (la Alt Empordà) y Blandas (la Selva), hay 12 tramos, que se pueden hacer en diferentes etapas. Son unos 215 kilómetros, que si nos lo proponemos, los podemos hacer en 15 días, más o menos.
Hacer todo este camino nos permitirá ver que la Costa Brava no es uniforme. Primero, encontraremos la parte más abrupto de toda la costa catalana a la Sierra de la Albera y en el Cabo de Creus, con montañas que superan los 200 metros de altura a tocar de costa y donde la fuerte tramuntana no deja crèixer los árboles. Por eso, a la parte más norte de la ruta, díficilmentencontraremos sombra. Si empezamos el camino por aquí, nos haremos una idea del que nos espera un golpe llegamos al Cuello del Fraile, en Portbou, desde donde se disfruta de una impresionante panorámica de toda la parte norte del Cabo de Creus, de Colera a Puerto de la Selva.
Poco a poco, los imponentes penyasegats se van suavizante y cada vez hay más pinos. Nos acercamos en la frontera entre el Alto y el Baix Empordà, marcada por el macizo del Montgrí, que separa l'Escala y Torroella de Montgrí. Si hasta ahora andar a raíz de costa era una prueba contra el vértigo, ahora todo se vuelve mucho más fácil para aquellos que no los gusta las alturas.
Los caminos de ronda aquí son ya un clásico por los turistas y nos traen desde el Estartit hasta Sant Feliu de Guíxols, pasando por Palamòs, Begur, Calonge y Playa de Aro. La mayoría de municipios han arreglado y señalizado los caminos con todas las ventajas e inconvenientes que esto supone: caminos más transitables pero también más transitados, cosa que hace que, en verano, cuando más turistas hay, la cantidad de gente que pase por aquí haga perder parte del encanto del paraje. Pero cuando vemos este paisaje costero entenderemos porque tiene tanto éxito. La combinación de pinos, mar y roca y la mezcla de sus olores nos atraparán enseguida y harán de esta excursión un agradable paseo.
Cuando llegamos a Sant Feliu de Guíxols entramos a la recta final de la ruta, a la comarca de la Selva, que nos trae hasta Tossa de Mar, Lloret de Mar y Blandas. En tan sólo 20 kilómetros pasamos de la tranquilitat de Tossa y su pequeña villa medieval al bullici del más grande centro turístico de la Costa Brava, Lloret de Mar, y al municipio costero gerundense con más vida comercial, Blandas. La masiva edificación de los últimos años entre Lloret y Blandas han hecho desaparecer parte del camino originario y lo han convertido en carreteras de urbanizaciones. Pero todavía quedan calas donde refugiarse del bullici turístico del verano como Cala Sant Francesc, a Blandas, y Cala Canyelles y Santa Cristina, en Lloret.
La mejor época del año para hacer esta ruta es a la primavera y en otoño, cuando hace solo pero las temperaturas son suaves y no hay demasiados turistas. En verano, pero, tenemos el aliciente que podemos refrescarnos a las calas que hay por el camino y que quizás no trobariem si anessim en coche.

Cala Sano Empolla, Playa de Aro
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