Si tenéis algún amigo de aquellos que envía constantemente vídeos y chistes supuestamente graciosos a través del correo electrónico, supongo que no habréis podido evitar sonreír al leer el título del artículo. Por quien no conocéis este vídeo famosísimo que circula por la red, sólo hace falta que ponéis en cualquier buscador la he liao parda y podréis ver a una pobre chica, socorrista de una piscina de comunidad vecinal, que intenta justificar un pequeño incidente que le ha ocurrido.
El agua de una piscina necesita unos niveles bajos de contaminación microbiana para que esta pueda ser apta por el baño. Esta contaminación se elimina habitualmente mediante la adición de un compuesto clorado llamado hipoclorito sódico (de hecho, es lejía concentrada). El hipoclorito es un potente bactericida que a pesar de que nos deje las aguas sin microbios, también comporta unos ciertos riesgos químicos. Por un lado, puede reaccionar con sustancias orgánicas y formar compuestos irritants y/o peligrosos por la salud (cloramines o trihalometans) y por la otra hace bajar peligrosamente la acidez (aumenta el pH) de nuestra piscina. Para que la acidez de la piscina esté en condiciones óptimas por nuestro cuerpo, hay que aumentarla y se tiene que añadir un compuesto ácido al agua para reducir el pH hasta 7.3, aproximadamente. Así pues, hay que añadir un reductor de pH a la piscina junto con el hipoclorito que es el desinfectante. Uno de los compuestos reductores de pH más utilizado es el ácido clorhídrico.
Pues bien, resulta que la pobre chica mezcló accidentalmente este ácido clorhídrico con el hipoclorito sódico, cosa que no se tiene que hacer nunca jamás!, y provocó una reacción muy fuerte que da lugar a la formación de gas cloro. Este es un gas amarillento muy peligroso que provoca disneas y tos y que, dependiendo de la concentración y del tiempo de exposición, puede tener consecuencias fatales. De hecho, el cloro gas tiene el dudoso honor de ser el primer gas al ser usado como arma química en una guerra por parte de los alemanes a la batalla de Ieper (primera guerra mundial, 1915).
Así pues, nuestra pobre socorrista, sin querer, acababa de fabricar caseramente una arma química muy peligrosa que, tal y como ella narra, provocó graves trastornos a la comunidad de vecinos y es que realmente, desde el primer momento ya se dio cuenta que lo había liat parda. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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