Ahora que vienen elecciones, corramos todos, el ayuntamiento ha tenido la gentileza de asfaltar algunos de las calles de Mataró. Para hacer el máximo posible, me imagino, el gobierno ha optado por la solución barata. Pongo una capa sobre el asfalto que yahabía y santas pascuas. Si el asfaltado de debajo estaba malogrado (a pesar de que esto repercute sin duda a las capas posteriores), tanto es. Seguro que llega bien al mes de mayo y cuando lleguen las tormentas el alcalde actual ya habrá huido. Ep, no es una mala solución. Pero generalizarla me temo que es pan para hoy. La prueba del que digo se ve muy claramente en la calle de Santo Sadurní, donde la calzada ya llega a las aceras, acumulando capas.
Dirán ustedes que es un problema menor, una queja de tiquis-miquis más propia de jubilados. Que todos los gobiernos se apresuran con cosas de estas cuando llegan las elecciones. Y quizás tienen razón. Yo me lo miro como un buen ejemplo del que ha sido este mandato municipal. No se ha aprovechado el momento de crisis para replantear las estrategias de ciudad, en ningún nivel, cosa para la cual no hacen falta quartos. Sólo ideas, ganas, confianza. ¿Nos hemos preparado por las consecuencias de nuestra evolución demográfica, o económica? ¿Se puede saber qué valor añadido tiene la ciudad de Mataró en un mundo hipercompetitiu? ¿Cómo imaginamos nuestros barrios los cercanos diez años?
En este sentido, tengo que decir que me alegró mucho que, finalmente, el alcalde adoptara el discurso metropolitano que CiU había negado siempre en nuestra ciudad. Mataró tiene que ser la pata norte del área de Barcelona. Muy bien. La frase es copiada literalmente del alcalde Baron, pero ningún problema. También me gustó su discurso en el aniversario de la escuela universitaria, al Tecnocampus, o cuando pedía a las entidades ciudadanas mostrar con orgullo los valores que practican. ¿Qué quiero decir, con esto? Que si bien es cierto que no conocemos ni conoceremos nunca -me temo- cuál es el modelo alternativo de ciudad que CiU propone al que hasta el 2011 había liderado el PSC, me alegraba que, al menos, el actual mandatario tuviera como propios los grandes esos de este liderazgo. Pero, mí gozo en un pozo. Los discursos acaban aquí. No sabemos qué retos propone para animarnos juntos
Se han quedado en blanco. Cómo en el libro blanco de la cultura, un papel amarilleado de hace un año, literalmente en blanco, al que ahora también, corramos todos, han decidido poner uno capa de asfalto. O un logo.
¿De que hablaremos, así, a la próxima campaña electoral? ¿De la independencia? ¿De los disfraces? ¿No es la hora de hablar de ninguna donde queremos ir? ¿Podríamos elevar un poco de nada el nivel? No lo digo porque a mí me guste, esto, sino porque podríamos acabar pensando que el único por el que sirve el ayuntamiento, es decir, nuestra administración común, es para ir poniendo capas de asfalto. Y, si es así, si no tenemos proyectos colectivos, quizás nos convertimos en una jungla.
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