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La Ruta de los Cátaros

Si disponemos de tres o cuatro días y nos apetece hacer turismo histórico, vale la pena hacer la ruta de los cátaros. El catarismo es una confesión cristiana y gnòstica difundida, desde el siglo X hasta el XIV, con flujos y reflujos, por el Asia Menor, los Balcanes, el norte de Italia, Occitania, Renània, Xampanya y Cataluña; así pues, el catarismo se extendió por toda la Cristiandad, tanto en el ámbito occidental latín, como en el área oriental bizantina ortodoxa. Los seguidores de esta corriente se conocen como cátaros o también albigenses. A menudo se denominaban a ellos mismos Buenos hombres o Buenos cristianos.

El Occitania-Languedoc es la zona donde esta religión se estableció de manera más sólida con la ayuda de los señores feudales que adoptaron la fe cátara.
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La base del catarismo era la dualidad del bien y del mal. Los cátaros identificaban la materia como principio del mal, razón por la cual no creían en la propiedad. Confiaban en el ascetismo y la abstinencia de los placeres del mundo para liberar el espíritu. La iglesia católica pronto vio esta religión como una heretgia y la Inquisición consiguió aniquilarla en el siglo XIII. Más tarde, los franciscanos recogían algunos de los principios del catarismo y esto lo hizo acabar de desaparecer.

La propuesta es pues, cruzar la frontera francesa y visitar Carcasona, ciudadela amurallada donde el catarismo se desarrolló especialmente durante los siglos XI y XII. Dos murallas rodean el castillo condal que data de los siglos XII y XIII. Algo más tarde, fuera de las murallas se fue configurando una nueva ciudad: la Bastide Saint-Louis.

Empezamos por Carcasona
La ciudad de Carcasona resulta un buen punto de partida para hacer la ruta. En esta ciudadela amurallada el catarismo se desarrolló, sobre todo durante el siglos XI y XII. Dos murallas rodean el castillo condal que data de los siglos XII y XIII. Algo más tarde, fuera de las murallas se fue configurando una nueva ciudad: la Bastide Saint-Louis.

Al norte de Carcasona
Al norte de Carcasona, a unos 15 kilómetros, encontramos los cuatro castillos de Lastours: Cabaret, Tour Régine, Fleur Espine y Quertinheux. Resultaron clave entre los siglos XI y XVIII porque controlaban el paso en la zona. También al norte encontramos las abadías medievales de St. Papoul y Villelongue. Precisamente esta última jugó un papel muy importante contra el catarismo.

También al norte, pero algo más lejos, recomendamos guardar un rato para conocer la ciudad de Albí, punto de nacimiento del movimiento de los albigenses al siglo XII. La monumental catedral gótica de Santa Cecília bien vale una visita. Pero además de la ciudad y de los monumentos, la ciudad ofrece otra maravilla al visitante: el Museo de Tolouse-Lautrec que permite seguir la vida y obra del artista que nació en esta villa.

Al sur de Carcasona:
Al sur de la ciudad de Carcasona encontramos los castillos cátaros más famosos:

Arques: Esta fortaleza tiene una forma muy curiosa que aseguraba su protección ante los invasores. El castillo fue declarado Monumento Histórico Artístico el 1887 y la torre del Homenaje es de propiedad municipal desde 1910.

Montsegur: El castillo, situado al suroeste de Carcasona, a menudo se ha considerado el símbolo del catarismo. Lo construyó la Iglesia cátara y sirvió de refugio para los perseguidos. Sus enemigos lo denominaban la Sinagoga de Satanás o el Vaticano de la Heretgia.

Peyrepertuse: Es lo más grande de los castillos cátaros y por eso se lo considera el conjunto más importante y espectacular. Está situado sobre un acantilado que precisamente le da el nombre de Perapertussa: piedra cortada. También se conserva parte de la capilla de Santa Maria.

Quéribus: El castillo data de los siglos XIII y XIV. Está construido sobre un pico rocoso y fue el último centro de resistencia de los cátaros. Aguantó 11 años más que Montsegur. La vista de la región, desde arriba de todo, es espectacular.

Además de los castillos, toda la zona es llena de abadías medievales que también merecen una visita. Si más arriba de Carcasona hemos podido visitar las de Santo Papoul o la de Santa Maria de Villelongue, más al sur de esta ciudad, hay las de Alet-las Bains, Santo Policarpi, Santo Hilari, Font-Froide o la de Lagrasse.

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