Vivo en Mataró. Vivo en Mataró. Y live inMataró . Me día Mataró nikine. En catalán, en castellano, en inglés o en Yola. También en otros muchos idiomas de países cálidos, de países fríos, de zonas ricas y de zonas pobres. Desde hace un tiempo, pero, todas ellas conviven en la ciudad. De hecho, un paseo por los mercados de la plaza de Cuba, de Cerdanyola o del Matadero es un simple indicativo para percibir que no entendemos todas las lenguas que se hablan al nuestro cercando.
Consciente que detrás de cada lengua hay una cultura, una manera de ver el mundo, en 1999 la Unesco estableció el 21 de febrero como Día Internacional de las Lenguas Maternas, un esfuerzo de la organización para proteger las aproximadamente seis mil lenguas diferentes existentes en todo el mundo y, a la vez, preservar la diversidad cultural. Mataró llega a esta fecha orgullosa de su riqueza lingüística y exigiéndose un esfuerzo para no perder este tesoro.
Por nosotros esta diversidad, nos ayuda a transmitir los valores que de siempre han impregnado nuestras clases, de respecto a los otros y de entrada a un mismo y a los orígenes propios, y de dignificación de todas las lenguas como tesoro capaz de transmitir una cultura, explica la directora del Consorcio de Normalización Lingüística (CNL), Maria Fradera. De hecho, sólo al CNL hay representados cincuenta países diferentes. Una cifra, pero, que no sirve de mucho para saber cuántas lenguas se hablan en Mataró pero que pone sobre la mesa la complejidad de la tarea.
A pesar de todo, si bien el servicio de Nueva Ciudadanía del Ayuntamiento no dispone de ningún estudio que saque de dudas, un análisis esmerado de las nacionalidades y de los propios hablantes permite hacer una aproximación. Las diversas personas consultadas coinciden al afirmar que en Mataró se pueden escuchar una treintena de lenguas, la mayoría de las cuales europeas y norteafricanas, a pesar de que con una tendencia creciente de las asiáticas.
La siempre difícil convivencia lingüística
El senegalés Xarif Jarjou, vino a Mataró hace 35 años, antes de que se produjeran las grandes oleadas migratorias y fue uno de los primeros alumnos de Òmnium Cultural. No me costó nada aprender a hablar en catalán porque la mayoría de personas de Teià, de mi entorno lo hablaban. En la actualidad reside en Mataró y en la intimidad sigue hablando con el idioma propio de países como Gambia, Senegal o Malí, el Yola. A pesar de todo, dice no tener problemas para cambiar de lengua. Al principio fue llevar acostumbrarse porque era como una obligación pero cuando aprendes los automatismos todo resulta más fácil.
Raíz de la llegada masiva de inmigrantes en los últimos años, la estructura social ha cambiado y, por lo tanto, también ha cambiado el panorama lingüístico. Tal y cómo detalla el estudio de la población de Mataró del año 2005, la mayoría de la población extranjera viene del Magreb un 43'1%, la mayoría del Marruecos-, y de países del área subsahariana como Senegal, Gambia o Malí. La mayor parte de los marroquíes de Mataró son amazic (o bereber), muchos (especialmente muchas) no hablan nada de árabe y los es una lengua tan extraña en términos lingüísticos como por nosotros lo puede ser el alemán, explica la filóloga de la Universitat de Barcelona, Carme Junyent, organizadora de la exposición Lenguas del mundo del Foro Barcelona 2004 y directora de numerosos estudios sobre la realidad lingüística de Barcelona.
El mosaico de lenguas mataronines que provienen de la África es, pues, significativo: ful de Senegal, Malí, Guinea-Bissau, entre otros-, wolof oficial en Senegal-, Mandinga Gambia-, bambara Malí-, Creole Guadalupe, Martinica-, sarahulé, amazic, árabe, nigeriano... Todo esto sin contar los dialectos. Esta diversidad, pero, también tiene sus problemas. Según Junyent: El hecho que por la mayoría de marroquíes los sea extraño el árabe hace inútiles los cursos de árabe a muchos niños bereberes cómo si el árabe fuera su lengua materna. Es un disparate.
Sudamérica es la segunda zona del mundo que provee en Mataró de población son casi un 18% de la población extranjera-. Aquí, la variedad vuelve a ser enorme. La convivencia lingüística no es difícil porque aquí se aceptan todas las formas de hablar y de ser, razona Luís Arango, natal de Ecuador y que habitualmente habla el quitxua, además de conocer el aimara hablada por parte de los indígenas Bolivia y Perú- y, obviamente, el castellano.
Si estas lenguas tienen un cierto pedigrí en la realidad mataronina, idiomas como el mandarí, el tibetano, el cantonès o el indio-urdu son de llegada más reciente. La presidenta de la Asociación de Integración China Nihao y mediadora intercultural del Ayuntamiento de Mataró, Qiuya Wu, desmonta el tópico que persigue a las lenguas orientales: La gente cree que somos más cercados por el hecho de hablar una lengua extraña' en términos occidentales. Se integra y ayuda a integrar quién quiere, afirma.
Lenguas de negocios'
Los filólogos denominan eufemísticament las lenguas de negocios como aquellas que se aprovechan para sacar un beneficio lucrativo. Sería el caso del inglés, el francés o el italiano, que se enseña en las academias, o también del japonés o del alemán, que se usa para hacer negocios. A pesar de todo, lejos de esta visión simplista, muchos hablantes han acabado siendo mataronins de arriba abajo. Desde que hace 25 años que vine que me siento de esta ciudad, que me ha tratado siempre muy bien, opina el australiano Ray Fuary, que reconoce no haber tenido nada de problemas para aprender el catalán.
Así, Mataró va más allá del catalán y del castellano y sabe perfectamente que cuando muere una lengua, muere una cultura y todo el que hay a su detrás. Quizás por eso, la ciudad ve como el mejor es estar orgulloso del idioma propio porque, de hecho, todavía tendrá que pasar mucho tiempo porque pase como aquel lenguaje que hablaba un loro que el explorador Alexander von Humboldt encontró hace doscientos años. Sólo hablaba aquello que le habían enseñado los habitantes de un pueblo ya extinguido. Por desgracia de todo el mundo, el loro murió sin entender el qué le decían.

Imagen de dos jóvenes inmigrantes magrebíes.
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