No eran tiempos fáciles aquellos de la posguerra. La hambre y la necesidad se mezclaban con las carencias y las prohibiciones. El esplendor cultural de los tiempos de la república parecían lejos, muy lejos. Cualquier esfuerzo para revivirlo, por pequeño que fuera, nos parece hoy toda una heroicidad. Seguramente lo era. Con 52 años, el compositor Cristòfor Taltabull había devuelto en Barcelona, la ciudad donde nació el día después de Las Santas de 1888. En este medio siglo, había tenido tiempo de estudiar en Barcelona con Felip Pedrell entre otros, de ir a Múnich para ser discípulo de Max Reger quién lo conectó con las vanguardias de la Europa del tumbando de siglo, después a afincar-se en París durando casi 30 años a partir del 1912, donde estudió con un discípulo de Cesar Franck, donde se enamoró de la música de Ravel y de su esposa con quién tuvo una única hija llamada Joana. En París consolidó su oficio trabajando para editoriales de partituras, productoras cinematográficas de los primeros años del sonoro, incluso con diferentes empresarios y compañías como la de los ballets suecos. Un gran trabajo creativo que... dónde ha ido a parar? Destruido quizás a raíz de la ocupación alemana del 1940? Quizás por el mismo Taltabull que de grande confesaba a los alumnos no sentirse un verdadero compositor?
El año 40 lo reencontramos en la calle Caspe, al ensanche barcelonés, en un piso sin ascensor convertido en madriguera de visita obligada para las almas inquietas de los estudiantes de música que, en momentos de penuria, buscaban en sus clases todo aquello que los abocaba la modernidad musical de Europa. Taltabullfue un embajador. Entre los inquietos... un mataroní, el violonchelista Domènec Rovira, por muchos en Domingu, por otros más jóvenes, el hermano que no hemos conocido de en Miquel Rovira, y que entonces aconteció el director musical de la Academia musical Mariana que tenía la sede al Fomento.
La iglesia recuperaba iba recuperando en paralelo el esplendor de sus celebraciones y en este contexto, Padre Jaume Ximenes, vicario de Sant Josep, se le acut de dar relevo a la predicación de las 7 últimas palabras de Gritos proponiendo de hacer una versión cantada. Enseguida lo comenta a Domènec Rovira que con entusiasmo responde que le comentará al maestro Taltabull. Por el texto enseguida se pensó en padre Fèlix Castellano, un experto llatinista mataroní. El estreno se hizo el domingo 11 de abril de 1943, a las cuatro y media de la tarde. Al Fomento. La coral Santa Cecília de la Academia musical Mariana con un conjunto de músicos, dirigidos por Domènec Rovirafue los intérpretes. En el programa tambiénhabía el Ave Maria de Victoria y el Miserere de Padre Blanch. Muchos mataronins afortunadamente todavía lo recuerdan con la mirada viva y las palabras emocionadas. No fue la única interpretación. Posteriormente ha vuelto a sonar, a veces con el pequeño dispositivo de cuerda, dos flautas y órgano que pide la partitura. Otros sólo con órgano solo.
Afortunadamente las 7 palabras de en Taltabull vuelven a sonar en casa, al Fomento, de la mano del la orquesta y el corazón del Conservatorio del Liceo, casi 61 años después de la primera vez y con ellas toda la nostalgia del compositor por la música francesa, el gusto por un postromanticisme mediterráneo, el amor por el contrapunto de Bach, por las escaleras modales de la música antigua que tanto bien conocía el autor. Perdonadme si consideráis osado calificarlas de nuestro particular Requiem de Fauré, como a menudo también tenemos la tentación de considerar nuestro a Cristòfor Taltabull, que dirigió en 40 el corazón Madrigalistes de Iluro y que además escribió más música por Mataró: la Despedida del alma (en memoria de la muerte prematura el 1945 de Domènec Rovira), una música por los Pastorcillos del Fomento, el Madrigal (hoy su obra más interpretada) o incluso recibió el encargo de pasar a limpio la partitura de la Misa de las Santas de Mn. Manuel Blanch de cara a la grabación quepromovió la Caixa Laietana el 1964, trabajo que dejó inacabada. Taltabull murió el primero de mayo de 1964.
Las 7 últimas palabras de Jesús en la cruz, un pequeño milagro musical de la puesto-guerra mataronina, reviven para acercarnos a un pasado musical que a menudo mal conocemos y que delim para revivir más a menudo. Es por eso que, mientras aplaudimos entusiasmados esta feliz simbiosis entre el Fomento y el Conservatorio del Liceo, vamos rogando porque estas palabras no sean verdaderamente las últimas. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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