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Vern Bueno

Las fiestas de barrio, una herramienta de cohesión social

Mataró acoge una treintena de fiestas repartidas por la ciudad entre abril y octubre, para priorizar los vínculos vecinales a través del ocio

La gran oleada migratoria, proveniente principalmente de Andalucía, Extremadura y Murcia, cambió completamente la geografía mataronina. Alrededor de los barrios antiguos del Centro y Ensanche, fueron surgiendo durante los años 60 barriadas como Cerdanyola, Cereza o La Llàntia, desperdigades y mal conectadas con la ciudad consolidada. Tal y cómo dice el responsable de fiestas y cultura popular de la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAVM), Cosme Varela, explica que "el crecimiento de la ciudad creó estos barrios periféricos y compactados, bastante aislados de la ciudad". Y despertó también en sus habitantes un fuerte sentimiento de pertenencia, más incluso que al conjunto de Mataró. De esta lógica histórica y urbanística surge en la capital del Maresme un fenómeno que la hace única: un ciclo festivo que, entre mayo y octubre, no deja ningún barrio (ni tampoco ninguna plaza o calle con solera) sin su fiesta popular. Del primero a l´último, sus asociaciones de vecinos traen años organizando durante uno o dos fines de semana actas de ocio, si hace falta coincidiendo en las mismas fechas, hasta sumar más de 20 propuestas repartidas por la ciudad. "Estos barrios necesitaban unos signos de identidad para cohesionarse como vecinos y vecinas, de crear sentimiento de pueblo", apunta el presidente de la FAVM, Jesús Nieto. A pesar de que, tal y cómo dice el regidor de Participación Carlos Fernández, la ciudad ahora está "mucho más cohesionada urbanísticamente" que entonces, el ciclo festivo sigue con fuerza. Qué motivo las mantiene tan vivas? Todos los agentes implicados en estas fiestas responden el mismo: favorecen la cohesión social del barrio.

"En el barrio la gente se conoce, pero carecía la relación de vecindad, de implicarse más allá de la reivindicación, para buscar una relación más cercana y de vínculo afectivo", explica Rosa Claro, de la comisión de fiestas del barrio de La Habana, la fiesta popular del cual ha vivido un importante repunte en los últimos años. "Ayudan a cohesionar la sociedad, en este proceso que vivimos en los últimos años de desintegración social a nivel cultural y de clases", añade Jesús Nieto. Varela las define como "un instrumento de socialización vital" que ayuda a tener en el barrio el primer referente para muchos mataronins, más incluso que el conjunto de la ciudad, mientras que Fernández defiende que durante estas festividades "los barrios viven su proceso más activo". Mataró tiene Las Santas, cada día más inclusiva pero que sigue celebrando todos sus actos en el casco antiguo de la ciudad y es vista con recelo o es poco participada por varios sectores de la ciudad. "En barrios como Cereza, la Llàntia o Molinos siempre ha habido un sentimiento de pertenecer a algo diferente que el Centro o el Ensanche", dice Nieto. Rosa Claro celebra Las Santas, pero explica que sienten la fiesta de La Habana "cómo si fuera más nuestro", y los permite estar "más en contacto con los que nos vemos cada día al horno".

Estos actos, pero, suelen circunscribirse en las fronteras del barrio y no suelen calar en el resto de la ciudad. Pecan de una programación muy similar. "Estamos abiertos a todo el mundo, pero no se si estamos preparados para recibir mucha gente", apunta Claro en referencia en la fiesta de La Habana. "El primero que hay que garantizar es una gestión eficiente de los actos". Una fiesta de barrio que sí ha conseguido ser masiva es la de Cereza. "Hemos conseguido formalizar toda una serie de actas donde la gente, venga de donde venga, sesiente a gusto", constata Miguel López, coordinador del acontecimiento que atrae gente de todo la ciudad gracias a actas como el Cereza Rock o la noche de cabaret. "Sería necesario que las fiestas no tengan un carácter de barrio tan cerrado, que se abrieran al resto de la ciudad, pero para conseguirlo las administraciones tienen que poner de su parte", resuelve Nieto.

Más implicación del Ayuntamiento
"Hace falta un debate entre gobierno y entidades para marcar cuáles son las prioridades de la administración en materia de cohesión social y ambiente festivo a los barrios". Lo dice Jose Maria Cano, presidente de la asociación de vecinos de Nueva Europa, que este año ha cancel•lat todo su programa festivo y cultural por carencia de entente con el Ayuntamiento. "Y con la situación económica actual, no seremos los únicos, todas las asociaciones acabarán teniendo problemas", prevé. Vecinos y entidades piden que el consistorio los dé más facilidades y promueva el seguido de actividades que organizan. "El Ayuntamiento nunca se lo ha tomado seriamente, este ciclo festivo tiene un potencial y un valor que a la hora de la verdad no se traduce en apoyo municipal", reincide Cosme Varela. "Hay una cierta carencia de sensibilidad", añade el responsable de la fiesta de Cereza, desde donde el año pasado denunciaron también carece de diálogo con el IMAC. Según Miguel López, "desde el Ayuntamiento se pide reiteradamente participación por parte de la ciudadanía, cosa que nos parece muy importante a todos los niveles, pero a veces esta participación no la encontramos por parte del propio consistorio".

Algunas entidades, como los vecinos de Nueva Europa, han apuntado que si no fuera por ellos, los barrios quedarían huérfanos de actividad, puesto que el Ayuntamiento concentra la gran mayoría de actas culturales al centro de la ciudad. "Tenemos que potenciar que la gente se mueva entre los diferentes barrios, así los ponemos en valor y también apoyamos a su comercio", resuelve Cano. En este sentido, el regidor de Cultura, Sergi Penedès, asegura que hay que "superar la dialéctica centre-periferia y entender la ciudad como un todo". Desde el IMAC, constata Penedès, se trabaja para potenciar "la cultura de proximidad, que tiene lugar fuera de los equipamientos, y en colaboración con las entidades mataronines".

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