Son más de las diez del anochecer y Rosa Sánchez está sentada en el portal de casa suya, a la Calle de la Virgen de Pilar: «Todas las noches de verano este es mi lugar, me gusta salir a la fresca y hablar con la vecina». Lo acompaña su familia, y mientras los grandes mantienen una animada conversación, los más menuts juegan a la acera.
Son de los pocos vecinos de esta calle de Cereza que todavía mantienen la costumbre de pasar los anocheceres a la fresca. «Antes esto parecía una fiesta por las noches, siemprehabía gente, ahora se está perdiendo mucho», explica el yerno de Rosa, Juan José Álvarez.
A la misma hora, en la calle del Saco también sepuede ver mucha vida. Sólo hay que adentrarse un poco en esta vía para sentir la conversación de un grupo de jóvenes que sientan a los primeros portales. Unos metros más allá, el matrimonio formado por Marta Gomis y Francisco Urbano también disfrutan del anochecer a la puerta de casa suya. «Hace sesenta y seis años que vivo aquí y siempre hemos salido a la calle los anocheceres de verano», recuerda Gomis. Según explica, a veces incluso sacan la mesa y cenan a la luz de la luna.
El hecho que sea una calle sin salida facilita este tipo de actividad, pero aún así, no todos los vecinos mantienen la tradición, como comenta esta mataronina: «Nos traemos todos muy bien, pero los vecinos que han venido nuevos no acostumbran a salir tanto», afirma.
Normas cívicas
En la calle Prat de la Riba también es habitual ver grupos de vecinos que pasan los anocheceres «haciendo estallar la charla», como ellos mismos lo definen. Ferran Palomino, quevive desde hace cuarenta años, explica que muchos días, cuando marcha el solo, se encuentran más de doce vecinos. Esta cultura de coger una silla y salir a tomar el aire ha marcado también, a lo largo de los años, unas normas cívicas, según comenta Palomino: «Cuando hay gente sentada a la acera el peatón quepasa siempre baja a la calzada, es una cuestión de respeto y educación».
Junto a este vecino hay su suegra, Teresa Arcas, que mantiene conversación con otra vecina, Crisència Moliner. Sentadas en dos sillas, hablan de sus cosas. «Nos explicamos si nos hace daño aquí o allá», dice Moliner, provocando las risas de su compañera. «Siempre ha habido mucha vida en la calle y todavía continúa, pero ya no es como antes», valora Teresa Arcas. La gran cantidad de circulación y el crecimiento de la ciudad son algunas de las causas, que según opinan, han hecho que la gente ya no viva tanto de puertas afuera: «Antes, como que nohabía coches, se estaba mucho más bien y todo el mundo salía más», añade.
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Comunicación
El fútbol, la política y las pensiones son algunos de los temas más recurrentes entre los vecinos del Prado de la Riba. Por Ferran Palomino, las conversas en la calle son una manera de reforzar la comunicación y la confianza entre vecinos. Es por eso que ve con nostalgia la actividad de años atrás: «Antes nos enterábamos de si un vecino tenía un problema; había más comunicación».
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