Los jóvenes que utilizan la línea C-5 de la Empresa Casas que va de Mataró al campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) en Bellaterra no saben qué sorpresa los espera cada mañana cuando se disponen a coger el autobús. Retrasos en los horarios de salida y llegada, billetes que no funcionan, coches en mal estado y, incluso, abandono de pasajeros por carencia de espacio. Estas son sólo algunas de las irregularidades que tienen lugar en la línea.
Esta no es una situación reciente. Desde hace muchos años, un gran número de estudiantes han protestado y mirado de buscar soluciones alternativas. El último intento ha sido lo del joven estudiando de historia, Pol Ducable, que en nombre del resto de pasajeros de la línea se ha puesto en contacto con los medios de la ciudad para transmitir «la más enérgica queja por el deplorable servicio ofrecido por la empresa». Según denuncia, los estudiantes tienen que sufrir la gran falta de puntualidad de los coches con retrasos en los horarios de salida de entre 15 y 30 minutos. Este retraso supone que, si hay tránsito a la autopista, los alumnos lleguen mucho más tarde del que llegarían si el buzo saliera a la hora pactada. En muchos casos, los alumnos se pierden la primera clase al llegar en Bellaterra casi con una hora de retraso. Pero la impuntualitat no es el único problema. La empresa Casas destina algunos de los buses más viejos de toda la flota a cubrir esta línea. A consecuencia de esto, en varias ocasiones ha habido paradas en plena autopista o diferentes averías.
El servicio que ofrece la línea C-5 de la empresa Casas consiste en tres paradas físicas de salida de Mataró y seis estacionamientos al campus, para poder acercar los alumnos a sus respectivas facultades. Este hecho es otro de los motivos de queja puesto que, en muchos casos, los estudiantes de las últimas paradas no pueden encontrar lugar para sentar y tienen que esperar el siguiente buzo, que pasa 30 minutos o una hora más tarde. Esta irregularidad resulta ser más grave en el caso de los alumnos que no cogen el buzo a la UAB, puesto que la única alternativa para volver en Mataró es una combinación de trenes que ronda las dos horas de duración.
Algunos de los conductores, denuncian los estudiantes, también aceptan hacer el viaje con alumnos sentados al pasillo o a las escaleras del vehículo. «Tenemos que sentar ilegalmente en el tierra de los pasillos o a las escaleras; todo esto, está claro, por un módico precio de tres euros el viaje y veinte el abono de diez viajes», lamenta el estudiante Noèlia de Gea. «Lo único que pedimos es que sean más o menos puntuales y quehaya plazas para todo el mundo. Porque no son hechos puntuales», añade Cristina Camps.
En declaraciones extraoficials, algunos conductores de la línea C-5 reconocen que esta línea no tiene una serie de coches y conductores fijos, sino que se trata de una línea que se hace «complementariamente» a las líneas habituales. Además, destacan que la línea es mucho más complicada que las habituales C-1 o C-2 que cubren el trayecto entre Mataró y Barcelona. Sea como fuere, los estudiantes denuncian que pagan por un servicio igual que el resto de usuarios de las líneas regulares entre Mataró y otras ciudades como Barcelona, pero no lo reciben.

Usuaria de la linia C5 en la plaza de las Tereses
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