Ricard Aymerich

Ludus, ludoteca

Ludus es una de las palabras que la lengua latina tiene para referirse al juego. El juego es una de las principales ocupaciones (o así lo interpretamos los adultos) de los niños más pequeños, solucionadas las necesidades básicas de supervivencia. Y el juego es uno de los principales argumentos con que ofrecen sus servicios estos centros y equipamientos que conocemos como ludoteques.

Los cambios en los calendarios y los horarios de padres y madres (especialmente con la entrada masiva de estas en el mundo laboral) y la irrupción de abuelos y yayas en el creciente mundo de las actividades de formación, ocupación u ocio fuera del hogar han provocado –desde hace décadas– la aparición de una nueva necesidad: servicios y espacios de velatorio, atención y –en el mejor de los casos– educación de los niños y niñas de primera infancia, de 0 a 3 años.

La ley del mercado hace que, ante la demanda, afloren iniciativas que miran de dar solución a estas nuevas necesidades. En este tema también fue, efectivamente, así. Juntamente y junto a centros que ya traían muchos años ofreciendo una educación infantil con todos los requisitos para ser considerados hogares de niños o escuelas cuna, se fueron abriendo otros centros (conocidos popularmente como ludoteques) que no tenían tantas pretensiones educativas pero que basaban –y basan– su punto fuerte en su adaptabilidad a los horarios y calendarios más diversos: desde un rato puntual hasta estonetes periódicas, más largas, esporádicas o fijas, seguidas o intermitentes; servicio a la carta, en definitiva.

La otra ley - la de los decretos oficiales, órdenes y resoluciones o leyes parlamentarias – reguló por decreto (en 2006) las condiciones que tienen que cumplir los centros que quieren ser considerados “escuela cuna” o su equivalente “hogar de niños”, pero dejaba sin regular todos estos otros servicios y espacios que también atienen niñas y niños pequeños. La noticia de alguna actuación negligente o de alguna incidencia en algunos de estos espacios y la sospecha que la preparación y formación de algunas de las personas ciudadores en alguno de estos centros podía no ser nada apropiada hizo ver – por si no era bastante evidente – la necesidad de regular mucho mejor las condiciones físicas de los espacios, las formativas de las persones cuidadoras y las garantías de este servicio. Esto lo acaba de hacer la Consejería de Gobernación.

Esta regulación era absolutamente necesaria. Cuando la demanda desborda la oferta se confunden más fácilmente escuela, guardería o parquing. Poner un poco de orden en esta pequeña selva, incrementar las plazas públicas de escuela cuna (cómo exige la ley de 2004, queha posibilitado 30.000 más) y ser exigentes –mucho más que hasta ahora– en las garantías que han tener todos los servicios, todos, que van dirigidos a los más menuts harán que “ludoteca” se asocie mucho más a juego que no a competencia desleal. Ludoteca es, en nuestra lengua, una palabra asociada a juego, juego de niño.

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